En el momento actual nos encontramos con figuras venidas a menos, veteranos con una actitud sospechosamente displicente y un olor a rancio que se percibe a kilómetros de distancia. El cambio de entrenador tampoco supone un vuelco ni en motivación ni en juego. Rick Carlisle parte de la premisa de construir desde atrás, pero el juego adolece de la alegría que el alemán Nowitzki necesita. También es cierto que la suma de derrotas decrece el interés de unos jugadores curtidos y para los que sus mejores años ya han quedado atrás.
Quizá sea conveniente pensar en la temible "reconstrucción". Si aprovechan el cartel que todavía tienen Nowitzki, Jason Terry o incluso Dampier, pueden sacar bastante tajada en el mercado. En el caso de que esperen a la caída en barrena de sus estrellas, entonces pocó habrá que rascar. Un traspaso a tiempo vale su peso en oro, y los años de espera se verán reducidos considerablemente. Salvo en el celebrado "trade" de Gasol a los Lakers, nadie en esta liga regala nada. Cuanto más se tarde en mover pieza, peor les irán las cosas.
Ya nadie habla de las locuras de Cuban, de sus famosas protestas a los árbitros ni de sus cuantiosas multas. La diligencia ha dejado de pasar por Dallas, ya que los pistoleros han desviado su rumbo. Esta vez el Séptimo de Caballería no irá al rescate.
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