jueves, 6 de noviembre de 2008

El pariente pobre

Una noche Donald Sterling tuvo un sueño. Se veía atravesando las populosas calles de Los Angeles en un autobús descapotado celebrando algo importante. Se despertó sobresaltado y se fue a beber un vaso de agua. Sólo era un sueño.
Al dueño de los Clippers se le ha acusado de dejar a su equipo a la deriva, sin rumbo ni timonel, como esperando a que arribase por si solo a la orilla. Cuando la gran fiesta en el barco se ha llenado de gente, Sterling ha ido tirando por la borda hasta a los del cátering, y el evento se ha quedado vacío. Ha recogido polizones por el camino, pero el nivel fiestero no ha subido un ápice. Ahora no se oye ni la música.

Hace pocos años se había conjuntado un prometedor equipo, con Elton Brand ejerciendo de punta de lanza. Se le había nutrido de un grupo interesante de acompañantes, que aspiraban a "mojarle la oreja" a sus vecinos ricos. Un proyecto serio comandado por Mike Dunleavy y una buena dosis de entusiasmo parecían ser la unión perfecta para pelear en los playoff. Incluso Dunleavy llegó a ser candidato a entrenador del año. ¿Qué fracasó entonces?

Un factor muy a tener en cuenta fue el cansancio de Elgin Baylor, con ganas de hacer la maleta, dejar el despacho e irse a tomar el sol a Florida como un jubilado más. La transición no ha sido buena. Baylor fue el artífice de la reconversión de una franquicia perdedora en un equipo a tener en cuenta. Tuvo que convencer a Sterling para que soltase muchos billetes verdes, única manera de retener a sus figuras. Pero todo toca a su fin. A Brand se le agotó la paciencia y no quiso aceptar la oferta de renovación que le ponían encima de la mesa. La antigua estrella de Duke quería ganar títulos, o al menos avanzar alguna ronda en la segunda fase. El movimiento de respuesta llegó tarde. Cuando se anunció el fichaje de Baron Davis, Brand ya había estampado su firma con los Sixers. Más cerca de casa y con promesa de un futuro mejor.

Una vez que Elgin Baylor consumó su marcha, se han tardado meses en hacer oficial que Dunleavy también se hacía cargo del puesto de general manager. Nunca he sido partidario de que se una la parcela técnica y la ejecutiva. Se necesita la separación de los cargos para que haya una comunicación y entendimiento a la hora de planificar el rumbo del equipo, porque la gestión personal y solitaria no suele dar buenos resultados. Buena suerte, Mike.

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