martes, 23 de diciembre de 2008

Esfuerzo en balde

Llegó el momento, y tan pronto como vino se fue. Tantas entrevistas y tanto seguimiento específico a los hermanos Gasol se han esfumado con la victoria de los Lakers. Podría decirse que la contienda ha caído del lado del más fuerte, pero habría que tener en cuenta unos cuantos matices. Los chicos de Phil Jackson se encuentran en el mismo bosque oscuro y angosto que cruzara Ichabod Chrane. Si el equipo de Marc tuviese en el banquillo a un verdadero estratega, quizá estaríamos hablando de la gran sorpresa de la semana. En Los Angeles acusan en exceso la baja de Farmar, quién se lo iba a decir, y no ha habido un patrón de juego convincente en los primeros minutos. Por fortuna para Pau y compañía, el enemigo lo tienen en casa y no les anda esperando a lomos de un temible corcel y una cabeza en sus manos. Ellos mismos son los culpables de crear una intensidad nula, de desplazar el balón ineficazmente y de no aplicarse en defensa.
De todo ello se aprovecharon en Memphis para sacar de quicio a todo aquel vestido de morado. Han bastado las habituales aportaciones de Mayo y Gay para poner a los Grizzlies en franquía en el marcador. Raro es que estos chicos busquen al compañero mejor colocado, y precisamente la virtud que les hizo superar a los Lakers se convirtió en una pesada losa al final. Mayo se reivindica constantemente ante Gay, y éste le devuelve el reto tirándose lo impensable.

Con el marcador ajustado a su favor, Mayo decidió que él debería subir el balón. Puede que ya sea un jugador reconocido, pero le falta ese plus necesario para distinguir la mejor opción en ataque. Gay no lo tiene y francamente, tampoco creo que lo esté buscando. Las pérdidas absurdas de balón se fueron multiplicando exponencialmente y los Lakers no iban a desperdiciar el regalo.

Desde el banquillo, Iavaroni dio muestras de una absoluta ineptitud a la hora de ofrecer soluciones plausibles. Simplemente se limitó a intercambiar los puestos de Milicic y Marc en el quinteto en aras de algo difícilmente explicable.

Ganó el hermano mayor, y el pequeño deberá esperar su turno. Otra vez será, Marc.

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