domingo, 30 de noviembre de 2008

El alquimista

Lawrence Harvey Brown se encontró con un obstáculo fundamental a la hora de triunfar como jugador en la NBA: todos creyeron que era demasiado bajo para la liga profesional. El joven Larry no permitió que las críticas derrumbasen su entusiasmo. Probó en ligas menores, volvió a las raíces del baloncesto, y con tesón logró guiar a un equipo NBA. Como base su principal virtud fue la lectura del juego y el reparto del balón.

La llamada del banquillo prontó le llamó, y probó fortuna en la liga universitaria antes de asociar su nombre con los grandes. Los primeros recuerdos baloncestísticos del que escribe se remontan a la época más exitosa de Brown como entrenador NCAA, que culminó cuando los Jayhawks de Kansas lograron el título universitario, liderados por Danny Manning. En ese momento Larry respondió de nuevo a la llamada de la NBA.

Como entrenador ya había subido a lo más alto y también había experimentado su particular destierro, azuzado por aquellos viejos fantasmas que no le permitieron triunfar plenamente como base en una competición muy bondadosa en los mejores momentos y muy cruel en los fracasos.

Bajo el abrigo de Brown los Spurs de San Antonio renacieron de sus cenizas. Diseñó un equipo fiable y aspirante que no colmó las expectativas creadas. Dejó también huella en sus pasos por Los Angeles, con la siempre difícil papeleta de entrenar a los Clippers, Indiana y sobre todo Philadelphia. En todos los casos modificó una dinámica perdedora y lastimosa e ideó conjuntos serios construídos desde la defensa. Éste fue uno de los principales motivos de la progresiva pérdida de confianza con Allen Iverson, que harto del concepto de juego de Brown y cansado del enfrentamiento con su figura autoritaria, consiguió que los Sixers le despachasen a él y a su lucrativo contrato.

A Larry no le fue difícil encontrar acomodo. Los Pistons le acogieron con los brazos abiertos, y éste les devolvió el cariño llevándoles a la conquista del campeonato. Su lugarteniente en pista fue Chauncey Billups, un jugador dotado de unas cualidades extraordinarias pero no excesivamente comprometido con el conocimiento de las líneas de pase. Brown supo educar a Billups en esta faceta.

Con un anillo en su poder, se vio con ganas de afrontar el reto de invertir la trayectoria contemporánea de los Knicks. Fracasó con estrépito en Nueva York, y sus miras se centraron entonces en otra franquicia perdedora, los Charlotte Bobcats.

Se espera que los recursos de Brown surtan efecto en un equipo donde el desconcierto impera. Los mensajes llegan de forma contradictoria a jugadores con un potencial aparentemente sin explotar. En Raymond Felton se aprecia la misma carencia que en Billups: se presupone que es un base pero juega como un escolta. No lee el juego con corrección y se autoproclama como el salvador. Las lecciones de su entrenador todavía no determinan su hacer en pista.

Jason Richardson da la sensación de estar a disgusto, y lo entiendo perfectamente. Gerald Wallace vive al día, no sabiendo si los rumores de traspaso se harán efectivos de una vez por todas. En este momento me apetece recordar una frase del gran Andrés Montes de hace unos cuantos años. Se refería a un jugador que había dejado crecer su pelo y se permitía un "look" insólito para la época en una cancha de baloncesto. Decía Andrés algo así como que "cuando un jugador está más pendiente de su pelo que de su profesión, está listo". El jugador era Brian Grant, que de influyente pasó a marginal. Espero que Wallace no pierda el norte.
Emeka Okafor es el típico caso de jugador valorado muy por encima de sus posibilidades reales. Firmó una prometedora campaña como "rookie", pero no ha sabido dar el salto de calidad necesario. Le falta cuerpo para medirse con los siete pies, y le falta tiro exterior para ser una estrella de verdad. A Sean May hay que decirle que los triple whopper se los coma en sus vacaciones y a Adam Morrison me gustaría verle en otro equipo para evaluarle con prudencia.

Larry Brown deberá emplear toda su sabiduría para sacar a este equipo adelante, circunstancia en la que es todo un veterano. La única duda que me queda es que tenga la motivación para hacerlo.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Renacimiento


Hace unos días me refería al catastrófico comienzo de los Spurs. Sigo pensando que la regeneración de la plantilla no ha sido la correcta, pero tras los nubarrones se divisa un poquito de luz. Con las lesiones de Parker y Ginóbili, el equipo se estaba sosteniendo básicamente en dos pilares personalizados en las figuras de Tim Duncan y George Mason. De Duncan ya está todo dicho, y con el viento a favor le llega con rendir a un nivel medio. El caso de Mason es el de un jugador que ha terminado de explotar y en el que además Popovich ha conseguido un aliado dinámico que hará jugar indistintamente de base o escolta.

Por detrás empiezan a asomar jugadores aparentemente de rango bajo como Hill o Tolliver, que se han aprovechado de las bajas para arrancar un puñado de valiosos minutos. En otra cancha su suerte no habría sido la misma, y hubieran tenido que hacer el petate rumbo a Turquía, Grecia o España o la liga de desarrollo NBDL.

Insisto en que los Spurs pueden haber perdido el autobus camino del título por el escaso movimiento en los despachos. El equipo adolece de un verdadero recambio para los puestos interiores, en los que el poco consistente Bonner aporta mucha fuerza pero poca destreza, y la profundidad del banquillo se me antoja corta para una temporada larga para unos jugadores veteranos. Oberto puede apagar todavía pequeños fuegos, pero sin la compañía adecuada los incendios a una escala superior asolarán el territorio texano.

Sin embargo no debemos olvidar que Popovich es un auténtico maestro a la hora de gestionar plantillas y de motivar en momentos de desarraigo emocional. El argentino Ginóbili ha agradecido el gesto de su entrenador, alejándole de toda presión para su vuelta, y seguro que Manu recompensará los desvelos del coach con alguna que otra actuación en pista espectacular.

La buena noticia para San Antonio es el regreso paulatino del argentino y del fundamental Tony Parker. Con ellos en plena forma y con la estimable ayuda de Mason y Hill, no será necesario que llamen por enésima vez al cuasi retirado Robert Horry.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Oportunidad


Los Lakers han puesto la directa y no miran atrás. Distintos analistas ya sitúan como objetivo el conseguir las 72 victorias logradas por los Bulls hace 13 años. Sinceramente es todavía muy pronto si quiera para pensar en que pueden terminar la primera fase con el mejor récord, aunque la verdad es que tienen mucho a su favor. Cuentan con el mismo equipo que la temporada anterior con retoques que mejoran las prestaciones del curso pasado. El francés errante Turiaf cede su plaza en el banquillo al otrora titular Lamar Odom, y en el quintento se incrusta el recuperado Bynum, que le va cogiendo el tono de nuevo a la competición. Ariza aporta más de lo esperado desde el banquillo y el resto de suplentes con tiempo de juego se muestran satisfactoriamente competentes.
Si nos ponemos a comparar los dos equipos, sin duda en apariencia en Los Angeles se recoge más talento, sobre todo en la línea interior. Salvando a Rodman, en aquellos Bulls poblaban esa zona troncos escasamente móviles como Wennington o Simpkins. En los Lakers encontramos más versatilidad y posibilidades de anotación.

Los anteriormente conocidos como "jordanaires", por la excesiva dependencia de MJ, supieron conjugar la experiencia de Kerr y la conversión en jugador de equipo de un anotador rutilante como Harper en beneficio del colectivo. Si sumamos la eficaz participación de Pippen y Kukoc, el gran paso ya estaba dado.

Exactamente igual que sucedió con Jordan, Kobe ha tenido que aplacar su ansia de gloria personal tras un duro enfrentamiento con Phil Jackson, que tampoco tuvo precisamente un camino fácil a la hora de construir a los Bulls campeones. Jackson se empleó duro en convencer a Jordan de que un menor protagonismo personal y una mayor implicación de sus compañeros en el juego serían fundamentales para conformar una coraza casi indestructible. Funcionó.

El mismo trabajo psicológico fue aplicado sobre Kobe, que reduce su importancia en momentos medidos. En este punto también se aprecia alguna coincidencia entre Jordan y Bryant, como la falta de tiros en los primeros cuartos de partidos concretos.

Quedan muchos meses por delante, y la carga de partidos y las bajas en forma de lesiones pueden mermar la capacidad del aspirante al récord. Otro aspecto a tener en cuenta es el que determinados jugadores puedan dar el salto de calidad, de acuerdo con el grado de responsabilidad que Jackson les puede otorgar a medida que avance la temporada y su equipo realmente les necesite. Me refiero al propio Ariza, a Vujacic, Walton o el requerido liderazgo de Odom. Si despejan las dudas estaremos ante una amenaza real a la marca de los Chicago Bulls.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Control de plagas


El Madison Square Garden ha contratado a una empresa de limpieza para dejar el vestuario impoluto. El paso de Isiah Thomas por la oficina de los Knicks dejó por los suelos la leyenda de un equipo glorioso. Thomas es y será considerado como uno de los mejores jugadores en la historia de la NBA, un base en el que se unieron los conceptos más clasistas y modernos del baloncesto. Fue sin embargo un entrenador mediocre y un gestor nefasto. Ha dejado tantos borrones en las cuentas que ni un avezado auditor lograría sacarles brillo. Un espectáculo propio de unas manzanas más arriba en Broadway se instaló noche tras noche en el Madison, con "prima donnas" vestidos de corto y haciendo el balón de baloncesto las funciones de micrófono.

A uno que ha tenido la oportunidad de adentrarse en las estancias por las que pasaron Walt Frazier, Earl Monroe, Willis Reed, Dave DeBusschere o Patrick Ewing, le provoca una zozobra casi agónica el pensar en el grado de destrucción generado por personajes insolentes e incapaces.

En esos pasillos de acceso a la mítica cancha se respira historia, y te reencuentras con la pureza del baloncesto con tan solo echarle un vistazo a las paredes, llenas de recuerdos mágicos.

No sé si la dejadez, la ineptitud o simplemente el peso de la responsabilidad fueron agrupando entorno a esas mismas paredes a una serie de jugadores impropios de la mejor tradición knickerbocker.

Recuerdo leer de pequeño una historia de Emilio Salgari, en la que unos marinos encallaban en una isla desierta. Fueron agasajados por los lugareños, que engordaban sus cuerpos a base de auténticos manjares. Pero tras la indescriptible cortesía se ocultaba la terrible verdad. Cuando los anfitriones consideraron que sus huéspedes ya habían ganado suficiente peso, empezaron a preparar gigantes calderas para guisarles. Los kilos acumulados durante semanas supusieron un lastre para muchos marinos en su huída.

Los Knicks han ido engordando su presupuesto con la esperanza de encontrar la salida a sus penurias, aunque en la práctica los jugadores hinchados ya no podían correr. Se quedarían previsiblemente hasta el fin de sus jugosos contratos.

El propietario James Dolan se obligó a desarrollar una verdadera estrategia para reflotar la franquicia. El primer paso fue la contratación de Donnie Walsh, al que le otorgó plenos poderes y plena disposición de los recursos. Se cargó al inoperante Thomas y colocó en el banquillo a Mike D´Antoni. Los resultados poco a poco van llegando, no tanto en forma de resultados como de control de la plantilla. Ya se han deshecho de los contratos de Zach Randolph y Jamal Crawford, y están ofreciendo al mejor postor a Stephon Marbury y Eddie Curry. Marbury, para el que sus mejores noches de baloncestoya han pasado, ha sido incluso apartado del equipo. Curry ni se viste de corto desde hace semanas.

Según parece otro apartado del plan es el aterrizaje en Nueva York de Lebron James, jugador mediático donde los haya que llenaría las gradas e incluso podría convertir casi sin quererlo a los Knicks en un contendiente real. Un sueño que quizá pueda hacerse realidad. No habrá mejor escaparate para "King" James que Nueva York.

Todo sigue su curso, pero por lo pronto, el insecticida aplicado en el vestuario va surtiendo el efecto deseado.

lunes, 24 de noviembre de 2008

La patata caliente


Más allá de todo tipo de rumores y de declaraciones de buenas intenciones, los equipos han empezado a moverse. Atrás queda el intercambio entre Pistons y Nuggets, del que claramente se han visto más beneficiados en Denver. En su momento a Billups por sus condiciones le costó amoldarse al papel de director de juego, pero ha sabido frenar sus impulsos anotadores en pos de la mejora de sus compañeros. Aporta veteranía y saber estar en la cancha.

Iverson tiene la difícil papeleta de cambiar el chip que le implantaron al nacer baloncestísticamente hablando. No es el primer espada en Detroit, o al menos tiene que compartir ese papel con otros tres jugadores, y la adaptación se presenta harto complicada. Se dudó de que funcionase la conexión con Carmelo Anthony, y lo cierto es que no terminó de carburar. La prueba es que se desprenden de Iverson en busca de un tipo tan experimentado como funcional.

Y tenemos encima de la mesa el asunto de la "patata caliente". Hay un jugador en la NBA que derrocha talento por los cuatro costados, y que al mismo tiempo ha sido fulminado por su carácter egoísta en la cancha y sus comportamientos anómalos fuera de ella. Han tardado muy poco tiempo en cansarse de Zach Randolph en Nueva York. De hecho no creo que realmente le hayan querido nunca. La dinámica de trabajo y desarrollo en pista de D´Antoni relegaban su papel como primer o incluso como segundo tirador. Pero él sabe lanzar a canasta auténticas mandarinas en lugar de buscarle una salida apropiada al balón o de hacer la lectura apropiada del ataque. Siempre lo ha hecho y ésa es la principal razón del hartazgo de todos sus entrenadores. El caso es que si alguien fuese capaz de explicarle al chico que el mejor valor en baloncesto (y en todos los aspectos de la vida en definitiva) es el compañerismo, podría ser letal. Sus comienzos en Portland invitaban al optimismo, pero todo se fue diluyendo cual azucarillo en el café de la mañana.

Para que cuadren los números le acompaña en su penúltima aventura un jugador marginal como Mardy Collins. Los Knicks han trabajado duro para desprenderse de Randolph, y un despistado ha picado. Mi enhorabuena a Donnie Walsh, que se empieza a ganar el sueldo.

El traspaso arrastra a Nueva York a dos jugadores con muchas muescas en su DNI como Tim Thomas y Cuttino Mobley, que presumiblemente no darán problemas.
En unos Clippers descabezados, controlados desde los despachos y en el banquillo por el todopoderoso Mike Dunleavy, el movimiento pretendido es el de reforzar la línea interior, creando mucho espacio anotador para Randolph. Chris Kaman y Marcus Camby le ofrecerán un buen colchón en el que Zach pueda hacer lo que quiera. Si fuese aficionado de los Clippers estaría temblando.

¿Qué piensa de todo ésto Baron Davis? Una vez que el base decidió estampar su firma con la franquicia angelina, se le había prometido la permanencia segura de Elton Brand. La palabra dada no se cumplió y quien aterriza en su lugar es Randolph. En la época estival se vislumbraba un auténtico equipazo, y ahora lo que encontramos son rastrojos. Sin duda no serán los momentos más felices en la vida del genial Davis.

Integrar en tu equipo a "la patata caliente" es peor que perder una caja de herramientas en el espacio, y como diría mi buen amigo Juan Solo, "ésto no lo arregla ni Cliff".

jueves, 20 de noviembre de 2008

Carne de traspaso


Vamos conociendo bastante bien la tendencia de ciertos equipos. En otro momento le echaremos un ojo a lo más alto de la clasificación de las divisiones, pero hoy quiero centrarme en las franquicias con peor récord.

A estas alturas creo que no es ninguna sorpresa el puesto de los Wizards. Su única victoria evidencia la dependencia de su gran estrella Gilbert Arenas. En Washington se apostó muy fuerte por la renovación tanto de Arenas como de Jamison. De hecho una de las exigencias de Gilbert fue que su amigo Antwan siguiese enfundado en la casaca azul. Arenas se pasó todo el curso pasado haciendo declaraciones contradictorias sobre su futuro, dejando abiertas todas las opciones aún cuando estaba por ver su estado físico. El asunto es muy serio. Tras una temporada casi en blanco tiene que afrontar otros dos meses de convalecencia. Un contratiempo que va a convertir la temporada de los Wizards en un calvario y que de paso pone su carrera en la mesa de un trilero.

Centrándose en Jamison y Arenas, la franquicia capitalina dejó escapar a un jugador que ya es el "tapado" de la competición. En ausencia del capitán, Roger Mason pudo ganar confianza en su juego, y ahora se presenta en San Antonio como hombre fundamental.

Seguro que en los despachos los teléfonos empiezan a echar humo. Antes del "trade deadline" deberían hacer algún retoque. Ya había hablado por aquí acerca de un supuesto traspaso entre el español Sergio Rodríguez y el ucraniano Pecherov. Con dos o tres movimientos bien pensados se podría conformar una escuadra interesante en Washington.

Otro caso especialmente preocupante es el de Oklahoma City. La razón principal del dolor de cabeza de los rectores no es la acumulación de derrotas, sino la falta de química interna. Es un equipo muy joven, destinado a dar guerra en dos temporadas. Kevin Durant necesita seguir madurando y trabajando para jugar con más intensidad, Jeff Green ha dado muestras de que puede jugar en esta liga con eficiencia, y el novato Westbrook me parece una joya que se debe ir puliendo poco a poco. El problema está en las rencillas que van aflorando. El base titular es el temporero Earl Watson, que una vez que ha conseguido afianzarse en el equipo y viendo que Ridnour volaba destino Milwaukee, se las prometía muy felices. Quiere más minutos y protagonismo, y que Westbrook no le eche el aliento encima. Si sigue en esa línea le auguro muy poco futuro en Oklahoma.

Un lugar en el que la tierra va a temblar antes de febrero es Charlotte. Es un equipo que no ha terminado de despegar. El prometedor Okafor se ha instalado en la vulgaridad, Adam Morrison vuelve de una lesión y ha dejado de contar, y Raymond Felton y Sean May no son la temible pareja que apuntaba. Larry Brown se había planteado el reto de ser el salvador de la franquicia, pero con el roster oliendo a carne quemada, terminará huyendo antes de que el fuego le queme los pies. Según parece llevan unas semanas intentando colocar a Gerald Wallace hasta en cinco equipos, que se lo están tomando con calma. No sería el único traspaso aconsejable.

En Los Angeles todas las miradas se centran en el comienzo arrollador de los Lakers. Sus compañeros del Staples Center sin embargo están perdiendo la paciencia. Las derrotas van cayendo y Baron Davis ya ha levantado la voz. Todos van a lo suyo en los Clippers.

Hay dos jugadores especialmente aprovechables en el mercado. Sus equipos le han puesto el cartel de transferible y no se ponen ni el chándal. Tienen mucho nombre y un contrato que asusta. Son Stephon Marbury y Eddie Curry.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Rumbo a Phoenix


La lesión de José Manuel Calderón ha hecho saltar las alarmas en Toronto. Con su arranque espectacular, el español había recibido todo tipo de parabienes por parte de una crítica estadounidense que ya la temporada pasada comenzó a ver en José a un prospecto digno de all-star. De momento el Fin de Semana de las Estrellas queda lejos, aunque personalmente me alegro mucho de ver tan pronto a Calderón en las quinielas de cara a esa soñada cita. Todo el mundo quiere estar allí. Bueno todos no, Rasheed Wallace dejó patente el año pasado su disgusto por haber sido seleccionado. En lugar de pasar unos días de asueto casero con su familia, tuvo que compartir un poco de sudor envuelto en una parafernalia que aborrece. Así es la NBA, chico. Recibes un buen cheque a final de mes y se espera que respondas a las expectativas deportivas y mediáticas que el gran circo genera.

Lo que está claro es que nos vamos a divertir mucho en los próximos meses con las campañas en favor de ciertos jugadores, que con mayor o menor merecimiento pedirán su inclusión en el plantel. En el "Rookie Challenge" estarán, salvo causa de fuerza mayor, Rudy Fernández y Marc Gasol. Sus actuaciones no están pasando desapercibidas, y con pocos partidos de competición ya han obtenido más de un sobresaliente en su expediente.

No me olvido de Pau. La dinámica ganadora y ascendente de los Lakers redunda en el aumento de sus posibilidades. Ya ha sido all-star, y eso es un factor a tomar en consideración.

Volviendo a José, lo primero es la recuperación de la lesión. Cuenta con la ventaja de que su equipo le necesita más de que al coach Mitchell le gustaría. El recambio es tan atípico como pintoresco: un escolta con cuerpo de base y un prometedor europeo que ha pasado sin pena ni gloria por Barcelona y Roma. Willie Solomon es de esos jugadores que miran el aro antes de buscar una jugada elaborada. Eso funciona en Tel-Aviv, pero en Toronto hay que ofrecer un poquito más, teniendo en cuenta que no se le va a permitir desenfundar demasiado.

La readaptación de estrella a jugador de equipo es complicada. Charlie Bell pasaba por ser conocido en su país como un excelente defensor. Un brillante trabajo anotador en Lugo le proporcionó la oportunidad de volver a su país. Se hizo con un hueco en Milwaukee y ya no tendrá que preocuparse de buscarse las habichuelas en Europa. Solomon debe aferrarse a esta oportunidad como hizo en su momento también Darrell Armstrong, que maravilló en Orense antes de hacerse con un nombre en la NBA.

La obligación del croata Ukic es entrenar mucho, ganar músculo y ver desde el banquillo cómo se juega a ésto. No obstante, la privilegiada posición de Calderón es un arma de doble filo, ya que su descanso será medido, y la carga de partidos puede hacer mella en el coloso extremeño. Sin competencia y con un juego en el que ya es artista principal puede ganarse por derecho propio su billete a Phoenix.

domingo, 16 de noviembre de 2008

El dúo de Memphis

Una noche de baloncesto cualquiera en el FedEx Forum de Memphis. En la ronda de calentamiento los mocetones de Memphis se afanan en terminar de estirar los músculos y de intentar un puñado de tiros a canasta. A casi todos les preocupa el porcentaje de acierto. Una serie encadenada de fallos pueden revertir su moral previa al partido. Sin embargo observamos cierta apatía en dos de ellos. El asunto de los tiros parece que no les importa demasiado. A fin de cuentas, tienen vía libre para tirarse las zapatillas si es preciso. Echándole un vistazo a la ficha del partido a su conclusión, Rudy Gay y O.J. Mayo son los autores de más de la mitad del total de lanzamientos del equipo. Lógicamente han sido los máximos anotadores de los Grizzlies, que añaden una derrota más a su casillero.

No hay duda a la hora de resolver un ataque en Memphis, porque tanto Gay como Mayo mirarán al aro antes de intentar la alternativa del compañero mejor dispuesto. Mal asunto. Queda bastante claro que Marc Gasol tiene que zafarse como pueda y ganarse sus opciones ofensivas por su cuenta. Es ley de vida en este territorio. No baja los brazos y se empeña en arrastrar a su equipo con su energía, al contrario que sus pseudo-compañeros.

Mayo tiene un objetivo ineludible que no es otro que el convertirse en el "rookie del año" y pasear el trofeo por delante de aquéllos que dudaron de sus cualidades para el baloncesto de alto nivel. En el caso de Gay, simplemente se trata de una cuestión de galones. Desde la marcha de Pau es el "macho alfa" de la franquicia. Temeroso de que el novato haga que se cuestione su liderazgo, debe marcar su zona y delimitar el espacio del aspirante.

El mayor perjudicado de esta lucha de egos es el propio equipo y sobre todo el entrenador. Iavaroni se las prometía muy felices cuando fue aupado al puesto de técnico principal después de que la insistente rumorología le colocase entre los más deseados. Se suponía que iba a ofrecer un juego vistoso como el de su mentor D´Antoni, pero de ese juego preciosista lo único que vemos es el balón anaranjado. Una vez que ha salido de la sombra, no ha sabido inculcar esos valores a sus chicos. Es cierto que no cuenta con una plantilla experimentada, pero talento no falta en ese vestuario. Sabiendo de antemano que es improbable que superen las 20 victorias, hay que procurar un buen espectáculo que proporcione unas entradas aceptables en el pabellón. Si pierdes y encima no ofreces un aliciente a la grada, el público huirá despavorido. Ya en la temporada pasada la buena gente de Memphis llenó la cancha del equipo de baloncesto univesitario y dejó de lado a los "mayores".

El crédito del entrenador es limitado, y Iavaroni lo fía mal si deja su futuro en manos de dos jugadores egoístas. Entre tanto, Marc Gasol sigue creciendo. Mientras los otros dos se reparten el protagonismo, el español se hace con las golosas migajas. Ha demostrado que puede sobrevivir muy bien con lo justo.

sábado, 15 de noviembre de 2008

El ocaso

Siempre hay un momento en el que todo termina. Mark Cuban se las prometía muy felices cuando soltó su buen fajo de billetes para adquirir una franquicia histórica. Los Mavericks encadenaron unas cuantas temporadas de verdadero mérito comandados por el alemán Dirk Nowitzki. Fueron aspirantes al título por méritos propios, y unas cuantas transacciones bien hechas conformaron un equipo competente. La serie final contra los Heat fue un punto de inflexión en el devenir de Dallas. Fallaron con todo a su favor y la deshonrosa derrota a las primeras de cambio en el curso siguiente a cargo de los Warriors colapsó los cimientos de la aparentemente sólida estructura de los de Texas.

En el momento actual nos encontramos con figuras venidas a menos, veteranos con una actitud sospechosamente displicente y un olor a rancio que se percibe a kilómetros de distancia. El cambio de entrenador tampoco supone un vuelco ni en motivación ni en juego. Rick Carlisle parte de la premisa de construir desde atrás, pero el juego adolece de la alegría que el alemán Nowitzki necesita. También es cierto que la suma de derrotas decrece el interés de unos jugadores curtidos y para los que sus mejores años ya han quedado atrás.

Quizá sea conveniente pensar en la temible "reconstrucción". Si aprovechan el cartel que todavía tienen Nowitzki, Jason Terry o incluso Dampier, pueden sacar bastante tajada en el mercado. En el caso de que esperen a la caída en barrena de sus estrellas, entonces pocó habrá que rascar. Un traspaso a tiempo vale su peso en oro, y los años de espera se verán reducidos considerablemente. Salvo en el celebrado "trade" de Gasol a los Lakers, nadie en esta liga regala nada. Cuanto más se tarde en mover pieza, peor les irán las cosas.

Ya nadie habla de las locuras de Cuban, de sus famosas protestas a los árbitros ni de sus cuantiosas multas. La diligencia ha dejado de pasar por Dallas, ya que los pistoleros han desviado su rumbo. Esta vez el Séptimo de Caballería no irá al rescate.

jueves, 13 de noviembre de 2008

El espíritu de la contradicción

Desconcertante. A medida que la temporada avanza, el rol de Sergio Rodríguez en Portland ha cambiado con respecto a los primeros partidos. Pero no ha seguido una evolución lineal ni mucho menos. Sergio y su entorno canalizaron a través de su agente el primer paso de un plan diseñado para buscar una salida al jugador canario. Opciones hay tantas como franquicias en la NBA, aunque es cierto que puede haber destinos bastante apetecibles. De lo que se trata es de conseguir minutos, por lo que el hecho de que sea un equipo perdedor no debe importar lo más mínimo. Ahora mismo se debe valorar si las capacidades de Sergio son lo suficientemente conocidas. En estos tres años ha habido momentos realmente buenos, y los "highlights" llegan a todas partes. Incluso los general manager de los equipos pueden haberlos visto. El problema es que las piezas encajen. El sueldo de Sergio no permite hacer un cambio de cromos por un jugador de impacto.

Estaba pensando en un destino inmejorable como los Grizzlies, convertidos en un auténtico solar. Sin embargo Memphis poco pueden ofrecer a los Blazers. Conley no funciona como director de juego, pero su salario casi triplica al del español. Habría que "tocar" más jugadores, y no creo que los de Oregón estén dispuestos a desmantelar su prometedor roster para encontrarle acomodo a Sergio.

En Washington seguro que le recibirían con los brazos abiertos. Teniendo en cuenta que el puesto de base lo tienen aceptablemente cubierto en Portland, un jugador que encajaría bien sería Oleksiy Pecherov. Es conocido el tradicional gusto de los Blazers por los jugadores rusos, y en este caso se trata de un jugador alto para dotar de alternativas al puesto de 3/4. Los salarios se amoldan y el intercambio por lo tanto sería fácil. Los Wizards tampoco creo que le echasen de menos, y sinceramente Sergio les vendría de perlas. Aquí queda la propuesta. Lo primero es que Pritchard en los despachos y McMillan en el banquillo se pongan de acuerdo, porque está visto que caminan por sendas diferentes. Las zapatillas de la apuesta de este año, Bayless, todavía huelen a nuevo.

Profundizando un poco más en lo que respecta a Portland, miedo le tengo a la lucha de egos que emergerá más pronto que tarde. El escenario actual se presenta complicado. La temprana eclosión de Rudy ha sorprendido a muchos, incluso al propio McMillan. El mallorquín es un luchador infatigable, un tirador fiable y un jugador de equipo, y su esfuerzo en beneficio del colectivo le ha proporcionado minutos de calidad muy a pesar del empeño de algún compañero. El buen hacer del recién llegado ha despertado el recelo de la gran estrella. Brandon Roy, todo un all-star, ve cómo pierde protagonismo y ha asumido una de las peores tradiciones casi extintas entre las estrellas de la NBA: el boicot al novato. En un momento histórico formó parte del aprendizaje del jugador de primer año, y con el paso de los años quedó reducido a la nada, en parte por la llegada de extranjeros experimentados o de talentos rápidamente explotados. Rudy tendrá que lidiar con esta circunstancia, aunque le veo capaz de superar con creces la maliciosa determinación de Roy y compañía. De momento lo positivo de todo es que McMillan le da minutos y le otorga protagonismo, pero las aguas bajan revueltas. Como el bueno de Nate no sepa controlar los impulsos de sus jóvenes estrellas, se avecina una diáspora de proporciones incalculables. Es en estos momentos en los que se aprecia la verdadera valía del técnico. Le han puesto encima de la mesa un proyecto a varios años vista, con una plantilla joven y talentosa. Salvo pequeños detalles tiene muy buena pinta, a no ser que termine por romperlo. Se avecina un tiempo de cambio, con Sergio pidiendo el traspaso. Lo que es difícilmente entendible es que después de la petición pública, esté jugando más que antes. O el razonamiento de McMillan obedece a la lógica de darle confianza, o simplemente es que no sabe lo que está haciendo. Ojalá lo sepa.

lunes, 10 de noviembre de 2008

El valor de Garbo

La oportunidad se busca y a veces se encuentra. Jorge Garbajosa es un jugador hecho a sí mismo. Pulido en la cantera vitoriana, el éxito no acompañó al talento que atesoraba ya en su etapa juvenil. Tardó en explotar más de lo que sus técnicos habían previsto. Agerrido, fuerte y sobrio en la pintura, fue perfeccionando en Italia un aceptable tiro exterior que con el paso del tiempo se ha convertido en una de sus principales armas. Lamentablemente ha sido su única arma en su aventura americana. No llegó a ser exactamente un "especialista" pero su repertorio se quedaba un poco corto. Imagino que el propio Jorge fue el primero en intentar desplegar su juego ofensivo completo, y sólo su reputada profesionalidad le hizo acatar las más que discutibles decisiones de un técnico del montón. Porque Garbajosa, "Garbo", posee más valor que cualquiera de los jovencitos musculados que cazan 20 minutos en las canchas de la NBA. El concepto como jugador de Jorge incluye defensa, rebote, brega en el poste y tiro exterior. Se ha ido alejando de la canasta con los años, aunque no ha perdido fuerza debajo del aro. Esos mismos jovencitos de los que hablo carecen de un valor que yo llamo "no surrender". Garbajosa no se rinde, no da un balón por perdido y no deja en la estacada a su equipo. Y ahí precisamente es donde reside el principio del fin de su etapa en la NBA.

Jorge quiso ser fiel a la selección. Aquella fatídica noche en Boston se rompió algo más que su tobillo, se empezó a resquebrajar su sueño. La mentalidad americana es muy diferente a la nuestra, y eso hay que entenderlo. Pagan mucho dinero y esperan recibir una completa dedicación. Los jugadores europeos siempre han tenido bastantes problemas para justificar su participación en las competiciones con la selección de su país. La temporada es larga y el descanso es necesario para refrescar la mente y las piernas. En los últimos años ha habido un hecho clave que ha favorecido en gran medida a jugadores como Pau. El combinado estadounidense empezaba a arrancar carcajadas entre sus conciudadanos, y éso es algo que no podían prolongar en el tiempo. Si Kobe, Lebron o Wade juegan las Olimpiadas, ¿cómo le vas a decir a Gasol que no puede jugar? Otra cosa bien distinta es que sea el propio jugador, bien por salud o por otro tipo de intereses, sea el que tome la decisión de no ir.

En una lesión como la de Jorge, en la NBA siempre son muy cautelosos. Se apoya al jugador en todo el periodo de tratamiento, se le da tranquilidad y se espera siempre al final de la recuperación. Tomemos como ejemplo el caso de Shaun Livingston. En cuanto se destroza la rodilla y se plantea una larguísima convalencencia, en ningún momento "cortan" al jugador pese a que su contrato vence meses después de su recuperación. No se le presiona ni se fuerza su puesta a punto. Una vez que se recupera, en los Clippers se valora la posibilidad de renovarlo. Se le mira con lupa y se le deja ir. Es la vida del jugador NBA, un día estás en Orlando y al siguiente estás en Utah. Los Clippers se hacen cargo de la recuperación y cuando está listo le descartan. No se tiene en cuenta el valor moral, sólo el empresarial. Livingston no interesa y punto. Tampoco tiene problemas para encontrar equipo.

Garbajosa se lesiona de gravedad. En Toronto se le dan todo tipo de facilidades para la rehabilitación, lógico por otro lado, y el equipo médico no quiere aventurarse a ofrecer una fecha para su regreso. Pero hay un problema: el Eurobasket. Los Raptors consideran que es muy aventurado prestar a su jugador para tan exigente evento, y presionan a Jorge para que renuncie. Garbajosa tiene una determinación absoluta para unirse con sus compañeros "incluso cojo", y entonces es cuando entra en conflicto con su equipo. Me parece estupendo que un jugador de la élite quiera representar a su país, pero a fin de cuentas quien le paga su suculento contrato también tiene derecho a decidir. En una liga en la que el deportista es una "mercancía" que pueden traspasar a su conveniencia, es complicado hacerse valer. Para eso tienes que apellidarte Jordan, Bryant o James.

Los grandes clubes de fútbol europeo quieren que las Federaciones nacionales les compensen por ceder a sus jugadores. Si el señor Laporta quiere hacerlo y nadie se rasga las vestiduras, ¿por qué nos llevamos las manos a la cabeza cuando en Toronto exigen un seguro que cubra el contrato de Garbajosa? Habría que pensar en ello.

Uno toma sus propias decisiones, y cuando uno decide enfrentarse al equipo que le paga, las consecuencias están claras. Jorge ahora es feliz en Rusia, y los Raptors no han conseguido cubrir su hueco con garantías.

sábado, 8 de noviembre de 2008

El éxodo

El tiempo pone a cada uno en su sitio. Durante el periodo estival un alma maliciosa ha querido vender una supuesta fuga de talentos a las ligas europeas. Todo mentira. Los intereses de los agentes de los jugadores, ávidos de obtener nuevos jugosos contratos para sus representados, han generado una burbuja ficticia. Es algo que nos suena de la situación económica mundial. Pero lejos de factores macroeconómicos y de razonamientos consistentes con origen en la masa gris de algún iluminado, la explicación es fácil: no se pueden pagar 20 millones de dólares por un jugador que no ha demostrado nada. Así de sencillo. Si el que viene es Lebron James habrá que reservar una partida en los Presupuestos Generales del Estado para pagar su ficha. A Josh Childress hay que darle las gracias por venir, un bocadillo de panceta para que gane algo de peso y un contrato acorde con su valía, que está bastante lejos de llegar a esa cifra. El caso es que entre todos han conseguido engañar a los hermanos Angelopoulos de las bondades deportivas de Childress. Sus cifras en Olympiakos no invitar precisamente a soñar. Josh tiene que estar contento, porque se ha hablado mucho de él en su país antes de embarcar rumbo a Grecia, con lo que algún que otro ojeador le seguirá los pasos. Tendrá trabajo seguro a su vuelta, e incluso la dureza de la competición europea podrá curtirle.

Y en cuanto al resto de la pléyade digamos "huída", no nos engañemos, no encontramos a ninguna súper estrella de la NBA. Juan Carlos Navarro ha tenido que pagar un peaje muy costoso por jugar en los Estados Unidos, Primoz Brezec no deja de ser un jugador alto con un par de buenas temporadas, Bostjan Nachbar nunca fue titular, Victor Khryapa atraviesa una alarmante cuesta abajo, y el argentino Delfino se ha pasado más tiempo en el banco que en la pista. Jorge Garbajosa merece un capítulo aparte, que me apetece abordar más adelante.

Todos estos jugadores han preferido ser cabeza de ratón que cola de león, y aunque el talento en muchos casos está fuera de toda duda, serán más valorados a este lado del charco.

jueves, 6 de noviembre de 2008

El pariente pobre

Una noche Donald Sterling tuvo un sueño. Se veía atravesando las populosas calles de Los Angeles en un autobús descapotado celebrando algo importante. Se despertó sobresaltado y se fue a beber un vaso de agua. Sólo era un sueño.
Al dueño de los Clippers se le ha acusado de dejar a su equipo a la deriva, sin rumbo ni timonel, como esperando a que arribase por si solo a la orilla. Cuando la gran fiesta en el barco se ha llenado de gente, Sterling ha ido tirando por la borda hasta a los del cátering, y el evento se ha quedado vacío. Ha recogido polizones por el camino, pero el nivel fiestero no ha subido un ápice. Ahora no se oye ni la música.

Hace pocos años se había conjuntado un prometedor equipo, con Elton Brand ejerciendo de punta de lanza. Se le había nutrido de un grupo interesante de acompañantes, que aspiraban a "mojarle la oreja" a sus vecinos ricos. Un proyecto serio comandado por Mike Dunleavy y una buena dosis de entusiasmo parecían ser la unión perfecta para pelear en los playoff. Incluso Dunleavy llegó a ser candidato a entrenador del año. ¿Qué fracasó entonces?

Un factor muy a tener en cuenta fue el cansancio de Elgin Baylor, con ganas de hacer la maleta, dejar el despacho e irse a tomar el sol a Florida como un jubilado más. La transición no ha sido buena. Baylor fue el artífice de la reconversión de una franquicia perdedora en un equipo a tener en cuenta. Tuvo que convencer a Sterling para que soltase muchos billetes verdes, única manera de retener a sus figuras. Pero todo toca a su fin. A Brand se le agotó la paciencia y no quiso aceptar la oferta de renovación que le ponían encima de la mesa. La antigua estrella de Duke quería ganar títulos, o al menos avanzar alguna ronda en la segunda fase. El movimiento de respuesta llegó tarde. Cuando se anunció el fichaje de Baron Davis, Brand ya había estampado su firma con los Sixers. Más cerca de casa y con promesa de un futuro mejor.

Una vez que Elgin Baylor consumó su marcha, se han tardado meses en hacer oficial que Dunleavy también se hacía cargo del puesto de general manager. Nunca he sido partidario de que se una la parcela técnica y la ejecutiva. Se necesita la separación de los cargos para que haya una comunicación y entendimiento a la hora de planificar el rumbo del equipo, porque la gestión personal y solitaria no suele dar buenos resultados. Buena suerte, Mike.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

El Oeste indómito

Entrando de lleno en la competición podemos entrar a considerar la tendencia de ciertos equipos, que en algunos casos aclaran bastante lo que será su temporada. Nos fijamos en la Conferencia Oeste. Los Lakers permanecen intratables, confirmando su esperada candidatura al título. Mantienen el bloque de la temporada pasada, con algún mínimo ajuste. La espantada de un jugador tan poco determinante como Turiaf es suplida con garantías con el retorno de Bynum, que todavía tiene que adaptarse al hecho de compatir zona con Pau. La compenetración entre ellos se me antoja como fundamental. A día de hoy la fuerza interior de los Lakers no despliega ni el 35% de su valor, aunque mientras sigan aumentando su número de victorias, la serenidad ayudará a la conversión del dúo en un arma ofensiva letal. En la pintura Phil Jackson puede jugar varias bazas, teniendo en cuenta la inclusión de Lamar Odom en la segunda unidad. El trabajo sucio que desempeñaba el francés Turiaf recaerá sobre Mihm, Powell e incluso Ariza. Todos ellos aportarán músculo y minutos de apoyo a los titulares. Si Chris Mihm es capaz de superar de una vez por todas la lesión que le ha condenado al completo ostracismo, será un bastión importante. El toque exótico lo pone el chino Sun Yue, que tendrá que acolcharse bien la silla en el banquillo.
En San Antonio parece que no han hecho los deberes. Nadie se ha encargado de llevarse el lápiz a la playa en verano y el cuaderno de Santillana ha vuelto completamente inmaculado. Se ha confiado en exceso en el buen hacer de una plantilla envejecida. No se ha trabajado el mercado de agentes libres como en otras ocasiones, y con excepción de Roger Mason , no se ve a nadie capaz de restarle verdaderos minutos de calidad a los titulares. La regular-season se les va a hacer muy dura y muy larga, y que tendrán que batallar hasta el límite en canchas de equipos menores.
En los Clippers realmente tendrían que ir a mirarse lo suyo. La franquicia angelina será objeto de un profundo análisis, pero para empezar valdría con decir que la gestión en los despachos ha sido digna de la mejor tradición en los Clippers, echando por tierra el minucioso trabajo de años pasados. Hablaremos sobre ello.
Los Kings se hayan inmersos en aquéllo que comentaba del "cambio de tablero". Han comprado un nuevo tablero y las fichas tienen que encontrar su sitio. Requiere tiempo y paciencia. El equipo es muy joven y la sombra de Ron Artest es muy elevada, para lo bueno y para lo malo.
También me sorprende el arranque de los Jazz del incombustible Sloan. Deron Williams no pasa por su mejor momento, y aún así van líderes en su división. Muy interesante la aportación del ruso Kirilenko desde el banquillo.

martes, 4 de noviembre de 2008

Los primeros en mover ficha

No ha transcurrido ni un mes de competición y ya tenemos el primer gran traspaso de la temporada. Allen Iverson viaja a Detroit, mientras que Chauncey Billups y Antonio McDyess han hecho las maletas rumbo a Denver. Mucho se está especulando, como siempre en estos casos, acerca de la conveniencia del cambio de cromos. En los Nuggets se han querido quitar de encima el costoso contrato de Iverson, que no les ha reportado los éxitos deportivos esperados. Es el segundo movimiento en esa línea después de haber regalado a Camby a los Clippers hace unos meses. Billups y McDyess le confieren un empaque a su quinteto, sumando experiencia y saber hacer en la lucha por el título. El impacto será inmediato, aunque está por ver si McDyess llegará a ser un "nugget" en esas fechas. Se viene comentando en los mentideros que le comprarán el contrato y harán hueco para su ficha de cara a un futuro no muy lejano. Es exactamente lo mismo que puede suceder con Marbury en los Knicks, pero por razones radicalmente diferentes. En New York arden en deseos de embalar al bueno de Stephon en una caja para enviarlo lo más lejos posible. McDyess presenta unas credenciales fuera de toda duda, y puede ser el complemento perfecto para el "resucitado" Andersen en el poste. Solvencia y profesionalidad para el equipo de Colorado.

Los Pistons se hayan inmersos en una nebulosa. Acaban de renovar a Richard Hamilton , con lo que se aseguran la permanencia de una de sus principales figuras. Sin embargo, perderán más pronto que tarde a Rasheed Wallace, que está en la recta final de su carrera y un poco cansado del baloncesto de alto nivel.

La reconstrucción en la NBA se hace de dos maneras: moviendo peones o comprando un nuevo tablero. La segunda opción es la aconsejable para equipos con acreditada trayectoria descendente, y la primera se aconseja para equipos como Denver o Detroit, que no quieren prescindir de su oportunidad de conseguir algo esta temporada. Iverson seguro que gana con el cambio, en motivación y en protagonismo. Un cambio bueno para los dos equipos. Si Amir Johnson y Jason Maxiell responden, los Pistons ganarán muchos enteros. Está por ver si están preparados para el reto que se les presenta.

lunes, 3 de noviembre de 2008

¿Vuelven los Knicks?


Las aguas bajan revueltas en New York, y parece que no hay figura humana o extraterrestre que pueda arreglar el desaguisado. El desconcierto colectivo con una cúpula rectora sin cabeza ha transformado una franquicia históricamente ganadora y exitosa en un montaje escénico más propio del Circo del Sol. Jugadores descastados y estrellas multimillonarias fuera de forma se mezclan en un "roster" difícilmente explicable. Los gastos en contratos disparan el presupuesto a unos límites incontrolables, incluído el sueldo del retirado Allan Houston. Tampoco ha ayudado la gestión de Isiah Thomas, tan magnífico jugador como desastroso gestor.

Lo peor de todo es que detrás hay una ciudad que apoya al equipo, y que permite todos los excesos mirando a otro lado. Para retomar la senda correcta han contratado a Donnie Walsh, que tratará desde los despachos de darle un poco de cordura a la oficina de los Knicks, donde seguro que tienen desordenados hasta los archivadores. En el banquillo está Mike D´Antoni, el artífice del juego preciosista y ofensivo de los Suns, y que intenta a su manera darle al juego de New York un toque de fluidez y dinamismo. La tarea no va a ser fácil, y no le van a poner una alfombra roja. Ya ha sido pillado en falta. Cuando pensaba que las miradas y los focos iban a permanecer centrados en otro lugar, han salido de su boca palabras muy feas sobre la afición. Se sabe que el público es soberano, incluso el de los Knicks, lleno de contradicciones en sus gustos, pero la actitud de D´Antoni invita por lo menos a la reflexión. Sabía la arena que iba pisar, movediza y en la que las huellas se borran con facilidad, por lo que al menos al principio debería caminar con cuidado. Soy el primero que le desea lo mejor, porque significaría que la franquicia volvería a la élite, pero también soy algo escéptico. Hay que tener en cuenta que tampoco ha podido configurar el equipo deseado, y que ha tenido que "tragar" con lo que se encontró. Si consigue la mitad de sus propósitos, creo que podrá llevar a los Knicks cerca del Playoff.

domingo, 2 de noviembre de 2008

El genio solitario


Al tirador clásico le gusta reclamar el balón con premura, exigir un bloqueo y armar el brazo. Así le gustaba a Drazen Petrovic, cuya carrera en la NBA estuvo llena de dificultades en sus inicios. La falta de minutos condujo al genio de Sibenik a una desesperación que casi le hizo abandonar su aventura americana. Curiosamente en el mismo equipo que ahora ve con lupa los progresos de Sergio Rodríguez y sobre todo, de Rudy Fernández . Adelman nunca confió en Petrovic, la misma premisa que cumple McMillan con Sergio. Sin embargo, Rudy se está convirtiendo en un falso sexto hombre en los Blazers. Pide el balón, exige el bloqueo y arma el brazo. Tiene experiencia en el viejo continente y ha gastado mucha suela de zapatilla en canchas de Barcelona, Madrid, Sevilla, Estambul, Belgrado o Atenas. Eso se nota, y mucho. No es muy común que un novato extranjero juegue más de 30 minutos en sus primeros choques, pero éste es un caso especial. Esperan mucho de Rudy, y en el departamento de márketing de la franquicia de Oregón se trabaja para incorporarlo como emblema junto con Roy, Oden y Aldridge. Quizá se esté aprendiendo de errores pasados. Es un equipo diseñado para llegar a la élite en dos años, dependiendo del impacto de Greg Oden, que tiene que recuperarse bien de su nueva lesión y perder no menos de cinco kilos. En Portland se tiene que lidiar con una previsible lucha de egos entre sus jóvenes figuras y en los despachos se debe conseguir un base de verdad, que sepa manejar el equipo. Sergio podría ocupar ese lugar, pero necesita confianza y minutos. Steve Blake es bueno, pero como suplente. Se coloca con corrección, reparte con eficacia y su tiro exterior es más que aceptable, pero carece de ese plus necesario para hacer de su equipo un contendiente real. McMillan prueba constantemente hasta probarse a sí mismo. Prueba con Roy subiendo el balón, con Sergio, con Blake e incluso Rudy es aspirante a ser el repartidor de juego. Mientras tanto, McMillan seguirá probando. De entrada, el escolta español se ha ganado su tiempo en cancha a base de sus canastas y sobre todo, por los intangibles del juego. Roba el balón, defiende y rebotea. Si Petrovic hubiera trabajado esos aspectos, quizá no hubiese tenido que esperar a desembarcar en New Jersey para que se corease su nombre en la grada. Pero él era un genio, y de ésos hay pocos.