miércoles, 18 de febrero de 2009

Tiempos modernos

Pasado ya el All Star es momento de reflexionar acerca de lo vivido en Phoenix.
El gran negocio en el que se ha convertido el fin de semana de las estrellas ha provocado que lo que era una mera reunión del mejor coleccionable de jugadores del momento se haya convertido en un espectáculo diverso y con una relevancia dispar. Hemos experimentado este año la consagración de concursos menores, la revitalización del espectáculo de los mates y la instalación en la vulgaridad de un otrora fantástico concurso de triples.

Atrás quedó la victoria del local Larry Nance en un primer experimento de ataque a la canasta en solitario. Lejos están aquellas extenuantes pugnas entre Dominique Wilkins y Michael Jordan que llenaron de luz y color los primeros fines de semana de febrero. Durimendo el sueño de los justos está aquel infravalorado mate de Kenny Smith enfundado en la casaca azul celeste de los Kings. Ahora hay dos valores en alza, dos bregadores del mate convertido en valor audiovisual mundial.
Dwight Howard y Nate Robinson son los nuevos reyes del All Star. Más allá del insulso partido de los domingos ha vuelto a colocarse el concurso de mates como el evento más esperado por los aficionados. Inmersos en la difusión estratósferica de sus divagaciones baloncestísticas, Howard y Robinson se han reiventado a sí mismos y han dibujado una nueva esfera en la que tienen acomodo un balón, una canasta, una cabina telefónica, Supermán y la kriptonita. Si pudiese comprobar lo que ha dado de sí su legado, el señor Naismith pediría algo más que una botella de oxígeno. Los tiempos han cambiado, profesor.

En cuanto a los triples, he de decir que me he llevado una terrible decepción. El que escribe recuerda con nostalgia años pasados en los que con la pantalla dividida en dos, se afanaba en compañía de su hermano en seguir la evolución individual del concurso. De la emoción se ha pasado al sopor, y el nivel ha caído a niveles dignos de la peor pachanga. Ni hay triplistas renombrados ni los participantes demuestran haberle dedicado un rato a preparar lo que se les venía encima.

Y del partido se puede decir que lo mismo de siempre. Poca defensa, poca intensidad, mucho lucimiento innecesario y Pau anotando sus primeros puntos.
No me olvido de Rudy. Sí, hubiera merecido mejor suerte en las puntuaciones.

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