martes, 8 de diciembre de 2009

Maldición blazer

Se oye un crujido y se terminó la temporada. El gigantón Oden revive la dolorosa situación que experimentó no hace mucho. En esta ocasión es la rodilla izquierda la que ha pagado con su integridad el rigor físico que exige la NBA.

Greg Oden empezaba de cero este curso, después de verse resignado a un discreto papel el año pasado. Lejos de las posibilidades que su carta de presentación reflejaba, el mocetón se vio abocado a una reconstrucción tanto física como sobre todo mental que mermó su rendimiento. Al menos eso es lo que parecía. Un jugador capaz de jugar media temporada lanzando a canasta con la mano "menos habitual", a causa de una lesión en su muñeca izquierda, se entendía que podría hacer frente con garantías a los envites de la competición ante rivales con menor poderío y porte.

La temporada pasada fue un pívot lento en sus movimientos y torpe en la defensa, aunque fue emitiendo ciertos destellos de talento. Está demostrado en la liga que con no demasiado trabajo un "center" consigue una gran rentabilidad en cuanto a minutos en pista. Oden tenía que competir con el voluntarioso Przybilla, que no ofrecería a priori mucha resistencia. La facilidad para cargarse de faltas, aspecto que tocaba mejorar este año, no ayudó precisamente al reencuentro de Greg con la plenitud de tiempo en cancha.

Hasta la desafortunada lesión, Oden había mejorado en todos los apartados estadísticos de manera sensible, con sólo un par de minutos más de media. Significativo era su avance en los tiros de campo y en el capítulo de tapones, con lo que se hacía evidente su confianza a la hora de intimidar en defensa. La lacra nuevamente la asumía el porcentaje de faltas, la auténtica cruz de hierro.

Mucho se escribe sobre la maldición "blazer", y enseguida nos fijamos en su antecendente en la franquicia de Oregón, Sam Bowie. En común su alto número de elección en el draft, su envergadura, las lesiones impertinentes y la tierra prometida a la que guiaría como líder. Podemos anotar diferencias. Bowie fue un auténtico dominador en su etapa universitaria en la prestigiosa Kentucky, mientras que Oden espantaba rivales con su físico pero estaba muy lejos de su plenitud.

La carrera de Bowie se vio perjudicada por constantes lesiones que le acompañaron incluso antes de empezar su carrera profesional, no llegando a alcanzar ni la milésima parte del nivel que le suponía. En esas mismas circunstacias estamos ahora. Un jugador llamado a ser estrella pero que está muy lejos de serlo, y más ahora cuando muchos ya dudan de su recuperación total. Puede que Greg Oden sea como Bowie, la estrella que no fue.

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