lunes, 25 de octubre de 2010

El espejo griego

Los acontecimientos que tuvieron lugar en Grecia este fin de semana dan para unos minutos de reflexión. Una huelga efectiva en protesta por el silencio de la patronal ante una serie de reivindicaciones laborales ha masacrado la credibilidad de una liga en franca decadencia.

Las amenazas finalmente se cumplieron y una mayoría de jugadores griegos profesionales no se calzaron las zapatillas. Luego llegó la escenificación de la tremenda desunión que existe en el colectivo, sobre todo por parte de los que más cobran. Panathinaikos y Olimpiakos pagan muy bien y los nacionales de estos equipos decidieron que les era más rentable estar del lado del patrón que de sus compañeros. Respetable.

Una mezcla de extranjeros y amateurs poblaron las canchas pero la pantomima estalló con la actuación del presidente del sindicato de jugadores, Lazaros Papadopoulos. El fortachón pívot heleno se enfrentó a los "esquiroles" e incluso se dice que agredió a un policía. Tremendo. El caso es que se ha decretado una orden de busca y captura contra Lazaros, que se encuentra desaparecido. Por cierto que los que le buscan se pueden unir a los que todavía intentan encontrar desde hace años en Madrid al desnortado Papadopoulos.

Todo ésto viene muy bien cuando se habla de conflictos entre trabajadores y patronal, y el nivel de tensión y violencia que se puede generar. Ni que decir tiene que tenemos muy cerca el caos francés.

En la NBA el convenio colectivo tiene vigencia hasta el año que viene, y ya hay quien se apresura a decir que el "lock-out" está próximo. Las posturas de liga y jugadores se encuentran a años luz de posibilitar un acuerdo. Stern aboga por una reducción del treinta por ciento de los salarios para evitar la quiebra de las franquicias y nadie parece dispuesto a rebajarse un céntimo del sueldo ni a recortar prestaciones adquiridas a lo largo de unos fructíferos años.

Se sabe que Stern es un tipo duro de pelar, y de hecho se mantuvo firme hace diez años cuando los jugadores dieron el plantón. Tras meses de negociación y de aproximaciones se terminó disputando una descafeinada liga de cincuenta partidos. Pocos quieren que se repita lo sucedido.

El ejemplo griego es una piedra de toque. No imagino a ninguna estrella NBA zurrando a un policía precisamente sino que tengo la visión de una mansión, una piscina y una siesta sin fin. Sin embargo no se puede desdeñar el efecto negativo para la imagen de marca de la NBA y el desplome de una serie de contratos de temporeros y jugadores de pelaje menos llamativo. Al tiempo. Showtime.

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