viernes, 10 de diciembre de 2010

Crisis de identidad

Hay equipos que de pronto despegan fulgurantemente para darse un golpetazo doloroso contra el suelo. El presagio escrito en alguna parte le daba a los Grizzlies un margen de mejora importante esta temporada, después de haber deslumbrado en fases del curso anterior.
Alguien sentado en cuclillas ahora mismo se pasa la mano por el pelo buscando respuestas ante un decepcionante arranque.

Una excelente pretemporada no dejaba ver la fragmentación que la lucha de egos ha ido creando de las mejores prestaciones enseñadas hace tan solo unos meses.

La película sigue el mismo guión aunque los protagonistas principales gozan de mayores tomas y nadie duda de sus primeros planos. Gay se lanza sus dos zapatillas y las de algún compañero y no guarda para sí ni un ápice de voracidad anotadora. Randolph es aparentemente el pegamento de las piezas sueltas, pero la lucha por un contrato alto puede hacer que abandone la colaboración y negocie en verano con la estadística en la mano.

Sumanos un elemento hasta ahora disperso como Conley, al que el cambio de temporada le ha pillado en plenitud de facultades anotadoras y de presencia en cancha. Más balones y menos opciones para los demás.

Perjudicado como siempre Gasol, que picando piedra termina sacando oro del poco espacio que le conceden sus compañeros. Raro es de nuevo el partido en el que se juega más de una decena de lanzamientos. A pesar de todo, sus porcentajes son plausibles, su cartel sigue intacto y su imagen va en progresión ascendente. Una tarjeta de presentación en la que se puede leer su buena relación con el balón, su entrega, su capacidad de sacrificio y su visión del colectivo. Rara avis en la liga sin duda.

Otro de los damnificados por la avalancha es Mayo, que ha "pactado" su puesto de sexto hombre para comprobar si saliendo en la segunda unidad es posible rascar un poquito más. Lo malo es que si la dinámica no es ganadora su planteamiento puede acabar en una completa frustración.

Sobre el papel, con la incorporación de Tony Allen, el buen hacer del rookie Henry y las de momento esporádicas apariciones con eficiencia del venezolano Vasquez, el esquema cuadraba perfectamente dentro del grupo llamado a ocupar las plazas de arriba. La práctica demuestra que la química funciona con la proporción adecuada de los elementos, y aquí alguno sobrepasa el límite.
Bueno, otros no llegan, como Thabeet. Una decepción a nivel personal, que esperaba un pívot atlético, rápido y un pelín más ágil en sus movimientos. Requiere trabajo, y eso es quizá por lo que hay que apremiarle. Incluso Mutombo, con escasos recursos en sus primeros pasos baloncestísticos, logró altas cotas en su carrera NBA. Un ejemplo y un espejo en el que mirarse.

Pero todo va tan deprisa que quizá no haya tiempo. El negocio devora al ritmo de las pirañas. Y no sólo el tanzano, sino todo el equipo debe salir del lago antes de que no queden ni los restos. Sólo se conseguirá si hay cesión y se aparcan individualidades.

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