martes, 11 de enero de 2011

El secreto de los Knicks

¿Qué hace que un equipo pase de arrastrarse por el fango en días tormentosos a planear con visibilidad en las alturas?
Los factores para el resurgir de los Knicks entran en unas variables ajenas a la matemática más avanzada.
Está demostrado que en la NBA dos más uno no son tres. Según la ocasión pueden sumar cuatro o quedarse en menos dos. Ciertos traspasos aparentemente ventajosos se tambalean o no funcionan por decadencia sobrevenida de algún jugador o por una falta de mentalidad que repercute de manera directa en el rendimiento en cancha.

Con minutos Sasha Vujacic pasa de ser un elemento extraño en la rotación de los Lakers a sentirse importante de repente en unos Nets en declive. Resulta utópico que pueda ser titular en un equipo NBA, como dice el esloveno. Por New Jersey también pulula un tal Troy Murphy, que después de atravesar su propia odisea por el desierto en forma de lesión, ni recupera sensaciones ni su sitio en el quintento inicial. Es carne de un "trade" que no termina de clarificarse y en el que entraré en un momento.

En la otra orilla del Hudson, los hasta hace poco desnortados Knicks no daban con la tecla del éxito. Dolidos en su orgullo ante la negativa de Lebron, Bosh y Wade de unirse a un proyecto de buen presente y mejor futuro, vadearon el problema con movimientos muy acertados. Stoudemire ha aportado algo más que fe a sus bisoños compañeros, Felton ha dejado su cartel de jugador triste bajo el telefonillo de la mansión de Jordan, y Fields ha sido una buena elección en el draft. Junto a todo ello, Chandler ha conseguido despegar y lucirse como venía apuntando tiempo atrás, y ha ido creciendo un efecto llamada en el resto de knickerbockers.

Las 21 victorias de New York les sitúan en un récord poco conocido en los últimos tiempos a estas alturas de curso y les colocan de nuevo en posición de playoff.

Ahora es cuando nace el problema. En la libreta de Donnie Walsh venía escrito "traspaso" en el mes de enero, y cuando se dispone a sondear el mercado y al queridísimo Carmelo, resulta que al bueno de Amar´e no le gusta. Sintiéndose más importante que nunca y siendo el símbolo del resurgimiento de los Knicks, no quiere que venga otro tipo con una gorra que ponga "Estrella" y le abarrote el protagonismo que se ha ganado. Difícil papeleta.

Realmente a New York, con sus jugadores al alza, el viento a favor y D´Antoni feliz, creo que de momento le viene bien un retoque en posiciones interiores y no marear demasiado no vaya a ser que se despisten. La personalidad de Carmelo puede ser peligrosa en un vestuario con muchas realizaciones profesionales en marcha.

Lo del traspaso inacabado de Melo es otro asunto peliagudo. Hablamos de tres equipos implicados con algún que otro disgusto en ciernes. Billups ya ha declarado que no quiere hacer las maletas y que desea terminar sus días de profesional en Denver a ser posible. Uno de los principales activos del intercambio frunce el ceño por lo que la operación se complica.
Luego Anthony no quiere que le tomen el pelo y opta por ser él quien tome la decisión y que no lo hagan por él. No firma con Denver y aguarda a que NY pelee fuerte. New Jersey está cerca pero no termina de convencerle. Y mientras, otros esperan con los brazos abiertos. Hamilton podría aplaudir una salida de Detroit que supondría una reunión con su antiguo compañero Billups en los Nets junto a Carmelo. Las posibilidades de ese equipo crecerían como la espuma. Pero todo sigue en suspenso.

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