miércoles, 19 de diciembre de 2012

El misterio Vesely


Día de partido. Ronda de calentamiento. Unas sencillas bandejas y algún que otro tiro de media y larga distancia. Salto inicial. Su nombre no vuelve a figurar entre el quinteto de salida. Jan Vesely se acomoda en el banquillo y ve los minutos pasar desde su privilegiada visión de la cancha. Un partido más, suma un DNP en su estadística personal.
Llegó el jugador checo con todas las expectativas puestas en un tipo de 2.11 con pinta de Nowitzki. Nada más lejos de la realidad. Su pasado reciente en Europa despertó el interés en una serie de equipos de la NBA, que suspiran por conseguir una réplica del alero alemán, que tan buen rendimiento ha dado en su extensa carrera. Los ojeadores prestan mucha atención al talento que respire a una altura superior a los 2.10 con tiro lejano y con prestaciones cerca del aro. Por estos lares tenemos asumido hace tiempo que quien encaje en este perfil será drafteado pronto. Es el caso de Vesely, que disfrutó de su condición de líder en un exitoso Partizan de Belgrado y que ahora vive la cara más amarga de su avetura americana.
Al checo se le acusa de falta de agresividad. Lo hace su propio entrenador, Wittman, al que en el punto en el que se encuentran los Wizards le valdría casi cualquiera que quiera asomar el pie por detrás de la puerta. Está la franquicia capitalina sumida en una frenética búsqueda de identidad con bajas importantes, con un base que no lo es y que no se muestra cómodo en esa posición como Crawford, y con pivots como Okafor o Nene que no acaban de encajar en el proyecto. Es el escenario perfecto para demostrar tus condiciones sin demasiada presión para alguien como Vesely, que puede jugar de tres o de cuatro.
El checo gozó la temporada pasada de su condición de titular, a pesar de que sus promedios no iban en paralelo con el tiempo en pista. Se tuvo una paciencia que ya se agota. Son ya un puñado de partidos en los que no ha saltado a la cancha. Esto para un jugador elegido en el número 6 de un draft es duro.
Wittman espera que sirva como toque de atención, como colleja pública para que espabile y se convierta en el jugador que los Wizards quieren que sea. Dominante en el ataque y segunda o tercera línea ofensiva tras la vuelta de John Wall, al que le queda una parte de la recuperación de la grave lesión que sufrió.
No extrañaría que el checo se sume a la lista de traspasables. Eso si no está Washington negociando ya una salida satisfactoria. Todavía tiene Vesely cartel por venir del draft del año 2011. Lo que está claro es que su bombilla se ha apagado y precisa de alguien que le ayude a encontrar el interruptor. Su futuro NBA peligra. Tiene que demostrar que es válido para esta liga.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Sin solución laker


El asunto ya apunta a peligroso. Por las expectativas generadas nadie apostaría a que a estas alturas los principales contenidos de las corrientes de opinión NBA girarían entorno a un calamitoso inicio de temporada como el de los Lakers. Digo peligroso pero casi podría decir dramático. En lo deportivo, que nadie se equivoque.
Los síntomas se atascan en una nebulosa cada vez más espesa. Las soluciones parece que se pierden entre tanta declaración y contradeclaración. Si ayer el problema era Pau, sus rodillas, y su falta de encaje en el sistema D´Antoni, hoy anda mutando en dirección al gestor del banquillo. Kupchack y Buss no descartaban abiertamente una operación antes del trade deadline en la que se viese implicado Gasol. Con la baja de Pau en los últimos partidos los dedos acusadores han cambiado de objetivo, y es entonces cuando Kupchack quiere dar imagen de estabilidad de un proyecto que está perdiendo contacto con el timón. "No hay previsto un traspaso de Pau" viene a contar.
Spoelstra hace unos años vivió una situación compleja en Miami, con un errático comienzo de competición. El equipo se rehizo antes de que la hiriente prensa le desarmase por completo y se instaló una velocidad propicia. Aquí no va a suceder lo mismo. Aunque estemos apenas en diciembre, ya ha habido un cambio de entrenador y las cosas van a peor. Realmente D´Antoni se está replanteando su filosofía. O al menos debería hacerlo si no quiere que el peso de la historia le pase por encima. No solicitó el puesto, el error viene de arriba, pero debe afrontar el reto más importante de su carrera. Se demuestra partido a partido que su sistema se hace pedazos en la pista. A su equipo le cuesta correr, y a pesar del cambio de base (Duhon por el bisoño Morris) nada funciona. Y Kobe se resiente de la falta de liderago en el puesto de uno. Es capaz de crearse sus propios tiros, pero cuando uno solo lanza más a canasta que el resto de sus compañeros, algo huele mal. Difícil que se traduzca en victoria. Dice Bryant que vive lo más complejo de sus 17 años de carrera. No es ningún chaval pero se pliega a la exigencia de velocidad de su entrenador. Howard no encuentra su hueco en ataque y no hay nadie que asome la cabeza con regularidad.
Escuchamos o leemos a todo un Magic Johnson pedir que se respete a Gasol, a sus galones, a su reconocido estatus y a su valor en el poste. Esto es darle una sonora bofetada a la bancada laker. Significa que el rápido sistema de D´Antoni no vale en el Staples...quizá para sus vecinos Clippers sí.
Se espera con ansia la vuelta de Nash. Una vuelta que se retrasa. El tiempo sigue pasando y el estado físico del canadiense será una incógnita cuando regrese. Dudoso que exista un acoplamiento inmediato, por lo que podemos meternos en el mes de febrero y el devenir de los Lakers permanecerá en un temblor constante.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Kobe Bryant: frustración y éxito


Un récord de anotación no es asumible por muchos en la NBA. Kobe Bryant ya suma unos cuantos. En la época actual anotar 81 puntos en un partido es como escribir con pluma en la era digital. Lo logró ante los Raptors en una jornada que queda para el recuerdo. Tirador infatigable, a veces desesperante, no hay que restarle ni una pizca de mérito a su reciente gesta, al ser el más joven en la historia en alcanzar los 30 mil puntos. Supera a Chamberlain. Abdul-Jabbar, Karl Malone y Jordan, su espejo más fiable. A Michael le tuvieron que esperar en su última reaparición en Washington para llegar a esa cifra de ensueño.
Kobe por momentos parece un chiquillo de nuevo cuño en la liga, con su destello de liderazgo que arrastra a su equipo en lo bueno y en lo malo. Cuanto más lanza a canasta mejor va su estadística pero en paralelo suele viajar un rendimiento colectivo nulo. Él solo quiere ganar ciertos partidos, y él solo a veces los pierde ahogándose en una frustración que le hace escupir declaraciones no demasiado a tono con el aplauso al grupo. Si se desmarcó hace unos días con una seca crítica a Pau, ahora le echa betadine a la herida dándole una palmadita a Gasol. Sabe que el de Sant Boi fue clave en la consecución de sus últimos anillos de campeón, y ahora parecía condenarle a la soledad ante la avalancha de especulaciones y tirones públicos de oreja. Un líder debe saber manejar esas cuestiones. Jordan aprendió antes a hacerlo. También fue un ser egoísta y ególatra, pero supo adaptarse al bien común, y el rédito es palpable.  
La visión de conjunto falla en ocasiones. Está claro que se espera con ansia la vuelta de Nash a las pistas. Confiarlo todo a un tipo de 38 años es como estrenar colchón: nunca se sabe hasta que se prueba unas cuantas noches si le va a venir a uno bien. El canadiense es la esencia del proyecto D´Antoni, que cuenta con Kobe, Gasol y Howard, a los que les urge a adaptarse o morir en la orilla. Invita en ocasiones a la perplejidad. A Pau ya le avisan de que debe encajar, correr, tirar (lo que pueda y le dejen) y callar, porque de otra manera será moneda de recambio. No es culpa de D´Antoni, al que fueron a buscar los directivos de los Lakers.
En toda esta marea, creada por el posible traspaso de Pau y las faltas recurrentes sobre Howard, navega Kobe, inmerso en su propio yo, en su récord, en su empeño por ser el todo del equipo. Bryant nunca supo llevar un grupo, fueron otros los que le pusieron la alfombra roja. Phil Jackson experimentó primero con Jordan, y desplegó su conocimiento adquirido con Kobe. Funcionó. Ahora que tiene que ser la cara visible de la franquicia en busca de un rumbo, no está asumiendo la responsabilidad completa de su parcela. Se esconde en su ficha de anotación. Ahí busca un éxito personal que aleja a su equipo del mejor balance posible.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Las sensaciones de Ricky Rubio


Un chasquido en la rodilla y la ilusión dio paso a la desesperación. Impaciencia por regresar a las canchas, inquietud por saber si la recuperación sería la idónea. La noche que Ricky se rompió persiguiendo a Kobe muchas cosas cambiaron. En primer lugar las ligeras opciones de los Wolves para entrar en playoffs se escaparon como agua por el retrete. Los pensamientos de su compañero Love de aunar reconocimiento individual y colectivo pasaron de largo.
Recuerdo perfectamente la imagen de la lesión de Ricky. En un primer momento no pensé que se trataba de algo tan serio. Las sucesivas repeticiones me hicieron resoplar. La televisión ha enseñado a perder cierta sensibilidad en según que circunstancias. Son tantas las baterías de imágenes de tobillos retorcidos en primer plano, de roturas múltiples, de fracturas del quinto metatarsiano servidas sin rubor, que uno ya juega a pronosticar gravedad y tiempo de recuperación antes si quiera de la llegada del parte médico correspondiente. Aquella noche la rodilla de Ricky fue objeto de especulación, la de los optimistas que soñaban con verle en la final de las Olimpiadas, y la de los pesimistas que apuntaban incluso a una retirada prematura.
Los plazos se han ido apurando y no hay fecha concreta para la reaparición. En la NBA no se suele mercadear con el reingreso de los lesionados. Se pueden manejar fechas aproximadas, pero si se asegura una recuperación con carácter indefinido, uno puede esperar tranquilamente con su té verde.
Recientemente se ha demostrado la ineficacia de adelantar la perspectiva de retorno. Públicamente Bogut y los Warrriors han tenido que salir a desmentir la inminente vuelta a las canchas del australiano, lesionado "sine die", un caso ha sido muy mal gestionado. En paralelo viaja la recuperación de Eric Gordon, sobre el que se llegó a decir que iba a comenzar la temporada. Nada de eso. No ha debutado y ya se ha estirado una posible fecha para ver debutar a Gordon esta temporada.
Ricky ha ido dejando destellos de su estado de ánimo y del progreso de los ejercicios de fortalecimiento de la rodilla vía twitter. Una información que acalla rumores, que silencia el furor de los agoreros y dispersa las ansias de los deseosos de verle con la camiseta de Minnestota. Nadie de su entorno ha sellado una hoja del calendario. Esto redunda en la mejor puesta a punto. Sin presiones. Los médicos le han dado su visto bueno y ya entrena con normalidad, aunque se ha apresurado a decir que no volverá hasta que no se olvide de la rodilla mientras juega. Ricky afirma sentirse casi al cien por cien. Llega lo difícil. Unir las sensaciones mentales con su estado físico, ése el objetivo. Él se siente listo, toca comprobar si su rodilla también. .