martes, 29 de enero de 2013

Orgullo celtic de compraventa


Todos los años a estas alturas de temporada conocemos a los equipos que han convertido su temporada en una hoja arrugada con tachones que tirar a la papelera, a los que pugnan por un hueco en los playoffs y los que sustancian la competición en busca de un mejor relumbrón numérico que echarse a la cara en esta primera fase. Los Celtics figuran en la segunda categoría, pero pueden pasar a la primera en tiempo próximo. La victoria contra los Heat se adivina un espejismo dentro de un curso irregular al que la lesión de Rondo parece haber dado la puntilla. Aquí empieza un antes y un después.
Boston no había permanecido al margen de la rumorología de traspasos. Su ajustada plantilla se antojaba exigua para lides mayores, para emular los días de gloria. Con sus estrellas, salvo Rondo, en una paulatina cuesta abajo, algo acariciaba la barbilla advertiendo de que un ciclo se acaba.
La huída de Ray Allen al calor de Miami suponía mucho más que un puñetazo en el estómago de Ainge, que reaccionaba desgarrando a Jason Terry de la costura de los Mavericks.
Terry no ha dado la talla como sexto hombre en el Garden, ni ha dejado si quiera que asomase un pequeño reducto del talento que generó tantas satisfacciones en Dallas. Su presencia en pista no es una amenaza, y sus porcentajes se asemejan más a los de un temporero que a los de un primer espada.
Tenemos claro casi todos que Bass no puede ni debe ser considerado un guerrero de la élite. Un buen jugador de complemento sí, pero no para que se le concedan más galones.
Garnett juega con velocidad de crucero, haciendo uso de su experiencia y calmando sus achaques entre dialéctica sucia y hielo. Fue un gran líder y es un espejo en el que mirarse, aunque sus días como profesional se terminan. Y lo sabe.
El principal desvelo pasa ahora por una regeneración, que se dibuja sin duda dándole todo el valor posible a un estandarte como Paul Pierce, entregado al equipo en los momentos más oscuros del pasado, sacrificado con la llegada de Allen y Garnett, y aguardando con sus maletas preparadas a la decisión que se tome desde los despachos.
 Los acontecimientos dictarán sentencia, y cobra fuerza la posibilidad de que no se retire como celtic, como es su deseo, y pertenecer a esa casta de jugadores que sólo vistieron una camiseta en su carrera. Es sin duda la pieza más consistente para ser intercambiada, al margen de los que se puedan sumar al paquete para hacerlo más atractivo. La lesión de Rondo saca al base del traspaso repetido en los mentideros, y añade más opciones a la salida de Pierce.
Alguien le habrá dicho al bueno de Paul que los equipos están por encima de los jugadores. Esta máxima solamente es aplicable a Jordan, que es capaz de despertar al más dormido con la insinuación de que volverá a las pistas a sus 50 años.


martes, 22 de enero de 2013

La suplencia de Gasol


La efervescencia de la situación de Pau en los Lakers está de nuevo en su punto más álgido. Su reciente lesión le permitió coger un poco de aire para encarar la asunción de un rol desconocido. Pocos podían ver realmente en la práctica a Gasol saliendo del banquillo, teniendo en cuenta su peso deportivo y económico en la franquicia.
A la baja del catalán se sumó temporalmente la de Howard, fuera completamente del proyecto D´Antoni. En este tiempo se comprobó que un jugador con minutos puede progresar. Nombre y apellido: Earl Clark, un tipo con tres años de experiencia en la liga con tres equipos distintos y con sólo 156 partidos a sus espaldas. Nadie confió en él, y no tenía mucha pinta de que en Los Angeles iba a vivir su sueño dorado hasta que el vaciado de la zona interior obligó al entrenador a otorgarle minutos. Cumplió, y demostró que su perfil encaja más con el gusto del coach, con piernas más rápidas y aparentemente con mejor movilidad que Gasol. Claro, que ante esta oportunidad tiene que salir a morder en cada partido.
Esta nueva variable ha ayudado a D´Antoni a justificar la suplencia de Pau, teniendo a Clark como cuatro fresco con el que supuestamente romper por dentro junto a Howard. Gasol se quedaría con unos 20/25 minutos saliendo del banquillo para dar descanso sobre todo a Dwight. Escaso tiempo e pista.
La cara y los gestos de Pau demuestran su malestar, públicamente manifestado sin añadir demasiada leña, como por otra parte es costumbre en el de Sant Boi. En el fondo prima su condición de profesional, y la obligación de acatar lo que la dirección técnica decrete. Otra cuestión bien distinta viaja en paralelo, como es su status, trayectoria y el simbolismo de la decisión de D´Antoni, que puede suponer un mensaje sobre su aparente cuesta abajo y una llamada de atención al nivel actual de Gasol. La reivindicación es consustancial a esa toquecito, apreciado hace dos noches cuando la expulsión de Howard le hizo recuperar su sitio y alguna de las mejores sensaciones. Puede hacer su trabajo cuando le dejan, del mismo modo que en pasadas ocasiones ha experimentado cierta fragilidad mental cuando sus condiciones se han puesto en duda. Ha sido y es parte del bagaje de Pau, sin enseñar banderas ni exasperar nacionalismos, aspecto que es harto comprobable en las redes sociales. Gasol es y será una estrella NBA, y cuando llegue realmente su onda descendente habrá que contarlo, aunque a alguno le cueste asumirlo. No obstante hemos de aclarar que ese momento no ha llegado, y que su carrera al más alto nivel se puede extender al menos tres años más en la NBA, seguramente en otro equipo.
La dureza de la piedra mental de D´Antoni es significativa, con erosión pero sin rectificación. A las críticas el técnico responde con una dosis más profunda de su estilo, colocando a Gasol fuera del quinteto y entregando balones a Clark detrás de la línea de tres puntos, justo donde quiso pintarle la marca a Pau.
Es un pulso que D´Antoni quiere echarle a prensa contraria y detractores desde que en los Knicks se le quiso hacer la vida imposible. Una huída hacia adelante con su cuaderno, el mismo que no sirve en unos Lakers que se desquician a cada paso que da, y que bordean el abismo.

lunes, 14 de enero de 2013

Y Carlesimo resucitó a los Nets


El proyecto del ruso Prokhorov en Brooklyn nacía con la bondadosa respuesta del público a la mudanza desde la vecina New Jersey, con un roster llamado a llevar a los aficionados al Barclays Center en tiempo de playoff.
Deron Williams, Joe Johnson, Brook Lopez y Gerald Wallace se unían para fundir entusiasmo y éxito. En el banquillo se reforzaba la confianza en Avery Johnson, entrenador con prestigio, para comandar el asalto. Los resultados empezaron a fluctuar, y según parece Deron no se mostraba demasiado proclive a aceptar con los ojos cerrados las indicaciones del "Little General". La consecuencia se resolvió por la vía fácil: destitución del coach y búsqueda de uno nuevo con glamour y buenos antecedentes. Muchos nombres han ido apareciendo en las últimas semanas, aunque comienza a ganar fuerza la continuidad del entrenador interino, PJ Carlesimo, con asiento temporal pero con ganas de rotular su nombre de forma permanente.
Con el cambio la atmósfera ha cambiado y los matices pintados a brochazos han recuperado su finura. Los Nets han logrado un estimable récord de ocho partidos ganados de los últimos nueve disputados, contando una racha de seis victorias seguidas todavía sin romper. Carlesimo ya se postula dentro del perfil buscado de cara a la próxima temporada, algo posible si al término de la temporada las sensaciones en el vestuario y en los despachos se conjugan.
PJ tiene experiencia en la liga como primer entrenador en la NBA, sumando a su ficha tres apariciones en playoff al frente de los Blazers en la década de los 90. Su carrera se ha visto ensombrecida por un episodio oscuro en los Warriors con su entonces estrella, Latrell Sprewell, que al medio plazo supuso el principio del fin de la trayectoria de Sprewell, con un foco deslumbrante situado sobre sus ojos desde aquel momento. Posteriormente Carlesimo pasó a la historia por ser el último entrenador de los Seattle Supersonics y el primero de los Oklahoma City Thunder. Honores sin aplauso ya que fue fulminado después de un más que errático inicio de 2008-2009.
Se puede decir que PJ pasaba por allí al hacerse efectivo el cese de Avery Johnson. La apuesta temporal está resultando y con las victorias se eleva el optimismo y los problemas se olvidan. Habrá que comprobar el nivel de confianza de Deron y Prokhorov cuando el guiso se enfríe. Ocupan los Nets el cuarto puesto en la Conferencia Este, pero la diferencia con Miami, primeros, es mínima. La igualdad prima en el Este y Brooklyn se muestra dispuesto a presentar lucha hasta el final por la mejor de las plazas cuando el tinglado de la Regular Season termine.  

jueves, 10 de enero de 2013

Los Supersonics de nuevo


Los hermanos Maloof dejarán de ser dueños de los Kings
Distintas circunstancias ocasionaron hace cuatro años el cierre por defunción de los Supersonics, la franquicia con sede en Seattle que adornó su extensa carrera en la NBA con un subcampeonato. Corría el año 1996, y fue George Karl el que llevó al equipo a una cota inédita, hincando la rodilla finalmente ante los entonces todopoderosos Bulls.
El coste de mantener a los Sonics en el estado de Washington produjo una serie de desencuentros que provocaron la salida rumbo a Oklahoma City, que ha visto crecer a un talentoso y joven roster construido sobre la base existente en Seattle, liderados por Kevin Durant.
Desde el mismo instante de la partida los rumores acerca de una vuelta han ido apareciendo a cuentagotas. Toda pista sobre la venta posible de una franquicia tenía un punto común, el interés del supuesto comprador en devolver a Seattle el baloncesto NBA. Nada de eso se hizo realidad.
Sacramento ha vivido en el último lustro, coincidiendo con la marcha de los Supersonics, su particular calvario a nivel deportivo e institucional, donde la política ha jugado un papel clave en el día a día de un equipo regido por los controvertidos hermanos Maloof, odiados por la gerencia de la liga y por otros tantos propietarios y personas vinculadas a la liga. Podemos incluir en la lista a Kevin Johnson, excelso jugador y actual alcalde de la capital de California. Su relación con los dueños de los Kings ha ido siguiendo una trayectoria de subidas y bajadas, y ahora se pone punto y final con la más que presumible marcha del equipo lejos de la ciudad. Un millonario de nombre Chris Hansen ha acordado la compra de la franquicia con visos de alojarla en Seatlle.
Realmente tampoco significaría la primera mudanza de los Kings, que han sido locales en canchas de Rochester, Cincinnati y Kansas City. Su apellido fue primero el de Royals, y su logo e imagen han sufrido modificaciones importantes. Su camino no ha sido especialmente bondadoso, conocido y añorado por su juego de ensueño a las órdenes de Rick Adelman, pero también recordado por contar con jugadores de corte problemático y sus disputas internas.
No parece que haya problemas en que Hansen logre reubicar su proyecto en Seattle con su original Supersonics. Hay un pacto del propietario de los Thunder para ceder simbólicamente, no sé si gustosamente, su nombre y sus colores verde y blanco en el caso de que la ciudad recuperase el baloncesto. Años después, no demasiados, el aficionado que lloró la marcha de los Sonics puede volver a sonreir. Les toca ahora agarrar los pañuelos a los fans de los Kings, que deberán utilizar sus cencerros para animar otra actividad deportiva. Aunque en la NBA no hay guión que no se pueda borrar, y quién sabe si el bueno de Kevin Johnson geste en la sombra algún acuerdo con un tipo acaudalado para retomar el basket si hay ocasión. Lo que está claro es que en Sacramento hay afición, el mismo argumento que hace que un pabellón Seattle encienda próximamente las luces para seguir las evoluciones de un balón, dos canastas y diez jugadores vestidos de corto. Adios señores Maloof, bienvenido señor Hansen.

miércoles, 9 de enero de 2013

El pasadizo oscuro del Staples


Una nueva derrota engorda la estadística negativa de los Lakers. No cuenta que Howard o Gasol estén fuera de combate, en este momento sólo vale ganar. No hay excusas. El crédito de D´Antoni ha menguado de forma proporcional a las derrotas. Con un balance más propio de un equipo con el objetivo máximo de ser octavo en su Conferencia, las voces críticas van haciendo mella en el entorno de un vestuario con más ganas de salir corriendo que de salir en la foto. Incluso Magic Johnson se ha postulado como el mayor enemigo del gestor actual del banquillo, casi arengando a una campaña contra el entrenador.
En este momento el playoff está lejos pero todavía es alcanzable. Denver marca el corte con una dinámica irregular. Por delante no tiene pinta de que se falle en exceso, y las opciones del conjunto angelino pasan por encadenar una serie de victorias dulcificadoras y que Portland o Houston (o los dos) entren en un bajón de resultados. Mientras tanto la herida, antes rasguño, se sigue abriendo y no hay apósito que impida que la sangre brote.
El paso de las jornadas no hace sino certificar lo que los detractores de D´Antoni ya aventuraban: no es el entrenador ni el estilo de juego idóneo para esta plantilla. Se ha filtrado agua en el aceite y los egos cada vez aparecen más definidos. La confirmación de la nula relación entre Howard y Bryant no ayuda demasiado ni al presente ni al futuro, ya que el pívot será libre al término de la temporada y en Brooklyn andan ya juntando dólares para convencerle. Esto se suma al bajón anímico de Pau, obligado por su entrenador a deambular por el exterior de la zona. Curioso es verle lanzar en sus últimos partidos una media de dos triples, cuando era una distancia inexplorada por Gasol en su tiempo NBA. No sabe qué hacer para aportar, y la velocidad del ataque le hace perder frescura e ideas en ataque. Ni siquiera la rebeldía ocasional de Nash para darle cobertura en el desenfreno ofensivo le beneficia. Significativo que en paralelo haya crecido la aportación del "outsider" Jordan Hill y que la ayuda de Jamison sea circunstancial. El pasillo de entrada a la cancha se oscurece por momentos y el frío se va apoderando de la instancia. Complicado atravesar ahora ese camino hacia la gloria...o el fracaso.
El aficionado parece dispuesto a dictar sentencia sin esperar a que el curso termine. El asunto empieza a oler a queso pasado que se guarda en la nevera.