martes, 30 de junio de 2015

Hernángomez y Díez en el Draft 2015


Las opciones de Willy Hernángomez y de Dani Díez por entrar en el Draft eran bastante diferentes. Si bien ninguno de los dos había despertado un gran entusiasmo en el scouting general, quizá el último tramo de la temporada y el seguimiento que se estaba haciendo a Porzingis habría ayudado a su compañero en la pintura en Sevilla a mejorar su rating. Hernángomez partía con mejores credenciales e incluso alguno se aventuraba a incluirlo en la jugosa primera ronda. Sin embargo de no ser elegido bien al principio las opciones para los europeos no varían demasiado entre un 24 o un 36, ya que la negociación con sus equipos de origen parte de un contrato a ofrecer con menor aporte financiero y capacidad negociadora. Si Hezonja puede decirle adiós al Barcelona (y a Xavi Pascual) sin darse la vuelta y mirarle a nadie a la cara es que contará con 10 millones de dólares para contrarrestar los casi 2 que debe aportar al Barça para encarar su aventura NBA. Hablamos de cifras gordas y contratos con claúsulas de escape complejas que amarran a los jóvenes valores a sus casas madre por un tiempo, echando dinero encima de una posible huida.

Hay escasos visos de que Hernángomez vaya a hacer un Fran Vázquez. No dará la espantada a los Knicks y Phil Jackson ya que sería temerario por su parte. El madrileño retornará al Madrid tras un breve pero fructífero paso por el Baloncesto Sevilla. Aprovechará la limpieza que Laso hará bajo los aros para hacerle un hueco junto al espartano Felipe y sumar algún título en Europa antes de hacer las maletas. Allí en Nueva York se encontrará con su compañero en el conjunto andaluz, ese Porzingis que habla inglés como si hubiese sido criado en cualquier casa de Massachussets. Claro está si el experimento con el letón goza de paciencia y no se disuelve antes.
El sacrificio de Willy para llegar a la élite es notable, convirtiendo un cuerpo redondo y poco dotado para el deporte de choque en un físico capaz de comerse a todo un Barcelona él solito una noche. Si ha llegado a ese punto es complicado asumir que se quedará ahí.

En cuanto a Dani Díez, uno no acierta a entender el empeño de los Blazers en buscar una copia de no sé qué modelo de jugador. Algo buscaron y no encontraron en Claver, creyendo seguramente que su tiro de larga distancia era fiable o que su rebote era más fiero de lo que realmente era. Y el bueno de Víctor se plegó a la exigencia de la explosividad de juego en un escaso tiempo de juego concedido por Stotts, sumiendo al valenciano en una indefinición previamanente anunciada en Europa. Sin terminar de despedir a Claver, Portland anota el futuro de un irregular Diez en su agenda, un jugador con talento pero con una gracia natural hasta esta temporada para diluirse en la superficie plana. El recién nombrado "Mejor Jugador Joven" de la Liga Endesa ha soportado el peso del Gipúzkoa Basket durante un curso intenso y agrio que ha marcado el antes y el después para un mozo del que tanto se hablaba y que poco hacía para prestigiar esas voces. Su espectacular temporada le vale esa elección, complicada de explicar una vez más para los aficionados de los Blazers, que creerán que se les aparecerá el eterno imitador de Nowitzki. Seguiremos este asunto con interés.

Suerte a los dos.

miércoles, 24 de junio de 2015

El Real Madrid y el sueño de Laso


Pues no, Florentino Pérez no se encontraba en la sala al ser llamado a consulta. Ni falta que hacía. El título de Liga conquistado en la cancha del eterno rival tiene más de cuatro matices. Hablamos de un equipo que se ha hecho con todos los trofeos a su alcance esta temporada, y si tenemos en cuenta el éxito total de las categorías inferiores estamos ante un proyecto que en su vertiente vertical le coloca en hitos difícilmente alcanzables o repetibles.
Y a todo ésto que Laso entrenaba a este equipo. Un equipo en mayúsculas que empezaba a construir hace algunas campañas con el descrédito de parte de la afición propia y el recelo ajeno, y es que el murmullo cuando el balón no entraba en la canasta en el Palacio de los Deportes era un clásico. Le costó al entrenador vitoriano ganarse el respeto de la hinchada, quizá por entender la zona noble que se había contratado a alguien de perfil bajo para contentar a ciertos jugadores, huyendo del tipo personalista encarnado con dureza en gente de talla contrastada como Messina o Scariolo.
No entro a valorar ese "factor gafe" que tanto está dando que hablar en redes sociales, el inocuo "efecto Tomic" en el Barcelona. Un mocetón con gran envergadura y talento pero al que siempre le ha faltado ese matiz burbujeante que hace mejor a su equipo. Se fue el croata del Madrid por la puerta de atrás cansado de no ganar y de que no se valorara su opción ofensiva pasándose al rival. Para muchos su decisión fue aplaudida en modo agradecimiento por dejar el blanco aunque supusiese vestir azulgrana. Su tercer partido de la serie ha sido memorable, tirando del carro con unos porcentajes de ensueño, aunque es cierto que sus emparejamientos fueron de corto recorrido, no contando en la contienda Laso ni con Bourousis ni Mejri para detener sus acometidas. Su apuesta pasó por conceder espacio a Ayón y a Slaughter, quien con pie y medio fuera del Madrid se volvió a ganar su silla merced a su dedicación y fidelidad a las consignas del coach.
La plantilla del Madrid es envidiable y profunda, del mismo modo que la del Barcelona, que no supo sobrellevar la baja de Navarro y la discutible gestión de minutos en cancha de Xavi Pascual, torpedeado desde dentro y desde fuera con los flashes sobre el inédito Hezonja. Seguro que Pascual tendrá para escribir un buen libro de memorias sólo con lo vivido esta temporada. Hezonja será pasado del Barça pronto y nueva promesa de la NBA sin haber podido demostrar más que una chispa de talento en el Palau.
El caso es que Laso ya forma parte de esa élite de entrenadores a recordar de memoria. Despertando de su sueño, ha dejado de ser ese perfil bajo deseado por Florentino para convertirse en historia del deporte de la canasta.

miércoles, 17 de junio de 2015

El campeonato de Golden State Warriors



Tengo que reconocer que mi simpatía por Golden State Warriors viene de lejos, desde que entró en casa vía regalo una camiseta con el 17 a la espalda. En aquel momento no sabía absolutamente nada de aquel equipo ni del portador de ese número. Mi tío me explicó que se trataba de Chris Mullin, la estrella de la franquicia de Oakland. Desde entonces una vinculación especial me unió a Mullin y los Warriors, incluido mi corte de pelo de mozo.

Golden State ha tenido cierta mala suerte, contando con uno de los mejores entrenadores que ha dado la historia moderna en la NBA, Don Nelson, que no logró plasmar en títulos todo el buen trabajo que llevó a cabo en equipos con talento pero francamente ególatras. En los Warriors impulsó un estilo alegre y ofensivo que hizo florecer a Tim Hardaway y a Mitch Richmond, que motivó al propio Mullin y sirvió de gran lanzadera para Marciulionis. Con ellos muchos en Europa situaron en el mapa al equipo, del que poco o nada se sabía en la época de Joe Barry Carroll como estandarte.

Equipos meritorios se iban deshaciendo y la dirección deportiva sufrió vaivenes propiciados por la falta de sintonía del proyecto entre el piso noble y la pista. Nelson salió por la puerta de atrás y nunca se encontró un recambio de garantías ni un rumbo definido. Parecía condenado el equipo de la Bahía a permanecer en la mediocridad. Ni Twardzik primero ni St. Jean después fueron certeros en elecciones del Draft, y el sobrecoste de la plantilla con jugadores de segunda fila lastraba el futuro de la franquicia. La retirada del legendario Mullin le aguardaba un puesto directivo y con su sabia nueva y gente muy próxima a la casa parecía que los brotes verdes aparecerían, aunque las lesiones y situaciones inesperadas de gestión de plantilla dejaron a las puertas del éxito su proyecto.

En época presente se apostó por retirar veteranos del proyecto y bajar la media de edad de forma casi irreverente. Un antiguo referente de la liga como jugador y ahora brillante comentarista de televisión, Mark Jackson, era el elegido para reconducir todo el talento a objetivos muy ambiciosos, y aunque su única temporada al frente del equipo fue más que meritoria, la falta de conexión entre el coach y jugadores y directivos propició su salida. Entonces las miradas se centraron en Steve Kerr, deseado por una decena de franquicias para su estreno como entrenador jefe. A Kerr le gustó la frescura de Golden State y vio cosas altamente interesantes que le hicieron decantarse por la oferta de los Warriors. El inicio del presente curso despertó admiración, y enseguida se consideró a su róster como contendiente al título. Las etapas se fueron quemando y Curry hizo palidecer al resto de candidatos a MVP con una temporada para el recuerdo. Pero no fue él la clave esencial para la consecución del anillo esperado sino las prestaciones del veterano Iguodala. Mientras que la defensa y la atención se centraba en frenar a Curry y Klay Thompson emergía ese plus necesario para los momentos de mayor calor en la cancha. Iguodala aceptó un papel secundario saliendo del banquillo con minutos limitados. Kerr pensaba en reservarle para el momento justo, ese punto distinto que da campeonatos. Conseguido el título, no puedo evitar acordarme de la camiseta con el número 17 y de Chris Mullin. Enhorabuena a Golden State Warriors.

Curry vs Lebron




Los tiempos van cambiando en la NBA al igual que las estrellas del momento. Uno recuerda con nostalgía aquellos enfrentamientos entre Magic y Larry Bird, porque con ellos empezó a amar este deporte siendo muy jovencito. Es una de las rivalidades que más literatura han suscitado, por distintos motivos, encontrando su raíz ya en su etapa universitaria. Fuertes personalidades que aglutinaron a sus equipos a su alrededor y que hizo mejores a jugadores de complemento que se hicieron relevantes.

Luego llegó Jordan, al que no le coloco a nadie enfrente sencillamente porque nadie le pudo hacer sombra. Cuando logró acompasar su ego y talento al juego de equipo hizo letal a los Bulls logrando cifras individuales y colectivas históricas en este deporte.

Hoy en día se someten a la lupa del éxito Stephen Curry y Lebron James, con trayectorias bien diferentes que se solapan en este espacio temporal que llama a la gloria.

El interés por Lebron llegó cuando era todavía un imberbe mozo de instituto, con hambre de éxito, y tantos se apresuraron a ponerle etiquetas y a endulzar su paso a profesionales. Cantos a los que siguieron halagos que terminaron acogotando su asalto al anillo. Vivió por encima de los demás y los golpes de realidad le fueron despojando de oportunidades fueron dolorosos. Tuvo que unirse a un clan de estrellas y bajar sus prestaciones individuales para ganar anillos, y ahí se marcó un antes y un después en una carrera que ha transformado a Lebron al punto de prestar atención a sus compañeros. Jordan necesitó a Phil Jackson para darse cuenta de que en soledad poco rédito obtendría al margen de sus prodigiosos registros anotadores, mientras que a James fue la crudeza de la competición la que le colocó en su esfera actual.

Stephen Curry fue un niño bien, creciendo entre los almohadones que le colocaba su padre, el antiguo jugador de la NBA Dell Curry. Su progreso hasta la cumbre ha sido más lento y su condición de MVP significa una sorpresa inesperada incluso para su progenitor, que a buen seguro no calculaba que la cima de su hijo sería tan alta. No teniendo al lado el foco constante su crecimiento fue paulatino y sereno. La evolución del base de los Warriors es exponencial a la de su equipo, que tras un serio periodo de construcción y seleccionando a Steve Kerr como entrenador esta temporada ha llegado a las Finales habiendo completado una competición de ensueño.
Los dos lideran ahora dos proyectos fabricados de manera diferente para lograr el mismo objetivo.