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lunes, 23 de marzo de 2015

El adiós de Steve Nash


No ha sido ninguna sorpresa el anuncio de la retirada de Steve Nash como jugador de baloncesto. Nash lo hacía público de manera oficial a través de una emotiva carta en la que abría su interior, sus sensaciones, ofreciendo pinceladas de una extensa carrera con los grandes y de la que se lleva dos trofeos MVP.
El paso a la NBA no fue sencillo. Después de una alta elección en el draft por parte de los Phoenix Suns (puesto 15) debió enfrentarse al rechazo de una parte significativa de la afición de la franquicia texana, que no veía con buenos ojos que los Mavs se hubieran decantado por un base blanco aparentemente enclenque. Muchos querían recordar a Bobby Hurley, aquel rutilante "playmaker" de la Universidad de Duke que fue abrazado por el público de Sacramento antes de perder el paso de su carrera tempranamente asolado por las lesiones. Cierto es que la gerencia de Phoenix le mezcló con Kevin Johnson, Jason Kidd y Sam Cassell, por lo que su lucha por minutaje en el backcourt resultaba desigual. Vista su escasa influencia en el juego, los Suns movieron ficha y traspasaron al canadiense a los Mavericks, donde el tiempo de cancha en el puesto de base se repartía entonces entre el insulso Khalid Reeves y un Robert Pack cuyo momento de gloria había pasado. El escenario resultaba por tanto propicio para enseñar las cualidades que había mostrado en la Universidad de Santa Clara y de las que habían tomado nota un puñado de "general manager".
De aquel dueto poco edificante de Dallas sobrevivió Pack, que no ejerció fuerza suficiente para arrebatarle la progresión a Nash, que poco a poco se hizo con las riendas de Dallas en clara sintonía con un alemán recién llegado a la liga llamado Dirk Nowitzki. Juntos conformaron una pareja letal en el ataque texano, liberando a los aficionados de los Mavs de la atonía en la que se habían instalado. Fue creciendo de forma sorprendente ofreciendo unas prestaciones en el apartado estadístico que hicieron temblar los cimientos del despacho de aquellos que decidieron enseñarle la puerta de salida en Phoenix.
Pero la vida deportiva da muchas vueltas, y su camino de retorno a los Suns se hizo efectivo seis años después de su marcha. Su proyección no cesó y volteó pronósticos siendo elegido dos veces como jugador más valioso de la liga. Algunas voces criticaron esos galardones al entender que había más chispa que llama ardiente real en el juego de Nash, aunque la verdad es que hoy el bueno de Steve descansa con dos bonitas copas en su vitrina de premios.
Su espíritu competitivo no le había dado un anillo de campeón, por lo que decidió aceptar el ofrecimiento de Kobe Bryant y los Lakers para unirse a un róster ganador. Desgraciadamente nada fue bien en su etapa en Los Angeles, plagada de desgracias deportivas y de lesiones que le impidieron rendir a nivel mínimamente satisfactorio. Su despedida, sabida hace mucho aunque confirmada hoy por el propio interesado, supone el adiós de un tipo que será miembro del Hall of Fame y que será incluido en la élite de los quintetos históricos de la NBA.

viernes, 27 de febrero de 2015

La amarga estancia de Calderón en NY



Por los pasillos de ensueño de la zona de vestuarios del Madison Square Garden, lleno de fotos enmarcadas y en el que se respira todo el baloncesto del pasado, pasea un cabizbajo José Calderón tras una nueva derrota de su equipo. La temporada está siendo un fiasco, y ya nadie mira hacia arriba en la clasificación sino hacia el área de hundimiento estadístico.
El experimento de Derek Fisher en el banquillo ha resultado ser contraproducente para una plantilla falta de un claro referente experimentado. Fisher permaneció más tiempo en activo como jugador del que quien una vez le hizo su reseña de novato pronosticó. Sin talento para ser base contundente ni con tiro de campanillas para convertirse en amenaza exterior, su juego se fue puliendo y acomodando merced a las estrellas que tenía a su alrededor y sobre todo, rotulando las instrucciones de Phil Jackson. Logró acumular minutos impropios en alguien de sus características y se retiró plácidamente tras lidiar en los despachos de la Liga en beneficio de sus compañeros como representante sindical.
Y la oportunidad de ser "head coach" se le echó a los brazos sin mayor merecimiento que el de ser señalado por el "Maestro Zen". Ante las primeras derrotas Jackson llamó a la paciencia, y en este momento en el que las victorias apenas suman una decena su respiración diafragmática se empieza a entrecortar. Fisher sale en defensa de los suyos, pero lo cierto es que el equipo es un erial.
Calderón se sumaba a la causa "knick" acabando un periplo por Dallas en el que sufrió una severa reconversión en su juego, de director de ceremonia a clarinetista escondido en la derecha. De líder en cancha a jugador de complemento. De controlador de balón a receptor en la esquina. De la pausa con el balón en las manos a la prisa por lanzarlo a canasta.
Carlisle, actual "head coach" de los Mavericks, no es muy amigo del base "sobón", y la prueba es que se ha ido cargando a los "playmakers" de tales características. El último en caer ha sido Rondo.
Y Calderón pensaba seguramente que en New York las cosas iban a cambiar. Lo han hecho sí, pero entrando en una dinámica perdedora que ha sumido al equipo en una indiferencia y una indolencia casi propia del manifiesto "tanking" de los Sixers. Hasta Carmelo Anthony se ha borrado de la temporada para curarse del todo de sus heridas de guerra ante tal despropósito.
Los promedios de Calde vistos sobre el papel no son malos del todo, con 9 puntos y casi 5 asistencias en 30 minutos de juego, aunque están muy lejos de los cerca de 9 pases de canasta de tiempos pretéritos. Se ha librado del traspaso por los pelos, ya que su nombre sonaba con insistencia ante una maniobra de los despachos de los Knicks por liberarse de espacio salarial con el que negociar en verano. Lo que pase entonces será interesante, y está por ver si vemos a Calderón enfundado en un nuevo uniforme en su penúltima aventura en la NBA.