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miércoles, 18 de marzo de 2015

El "tanking" de los Sixers


Antes del inicio de temporada una serie innumerable de análisis de las plumas más edificantes en contenido baloncestístico al otro del charco encerraban con llave las tesis del general manager de los Sixers, Sam Hinkie, a la hora de encarar el presente de su equipo. Despojado de todo valor competitivo actual, el gestor de los designios de la franquicia de Philadelphia se ha ido deshaciendo de veteranos con contratos altos, eludiendo el paso por la agencia libre, y rebajando la masa salarial hasta límites alarmantes traspasando cualquier atisbo de talento en su roster. De este modo fue eligiendo destino al mejor rookie del año pasado Michael Carter-Williams no viendo esperanzas de construcción entorno a su figura, y aceptando elecciones de draft para una colección que copará la tabla de los próximos veranos.
Hinkie se afanó hace unas semanas en explicar ante los medios y a las claras que el verdadero objetivo planteado desde que tomó posesión de su cargo, hace un par de años, no era sino construir desde los cimientos, que un equipo que aspira a lograr un anillo lo hace sobre la base de las 55 victorias de manera anual. Para ello necesita a los mejores, y ante la escasa voluntad de la élite actual de asomar por la puerta del Wells Fargo Center, la guía nace en los mocetones universitarios. Sus maniobras arriesgadas están hartando de paciencia a sus aficionados y a los dirigentes de la liga, que han intentado vía normativa acabar con esta práctica conocida como "tanking", y que se inspira precisamente en disponer de una plantilla de inferior valía deportiva a la del resto para asegurarse el peor resultado global y gozar de más opciones en la lotería del draft.
En el erial de los Sixers sin embargo los hay que pretenden utilizar este escaparate ideal para enseñarse y mostrar su valía. Al tiempo que crece pacientemente como jugador Nerlens Noel, tipos desarraigados como Robert Covington, Hollis Thomson o Mbah A Moute aprovechan sus minutos para redondear sus números. Y están consiguiendo ganar algún que otro partido, poniendo las cosas difíciles y permitiendo a otras franquicias como Lakers o Knicks arrimarse al número 1 del próximo draft. Ni en Los Angeles ni en New York tenían previsto encontrarse en esta situación a estas alturas de temporada, pero con todo perdido ya han apostado por la reconstrucción casi al mismo nivel que Philadelphia.
El experimento de Phil Jackson en el Madison con Derek Fisher en el banquillo ha resultado un fiasco, y no se ha visto ni una pequeña sombra de aquel triángulo ofensivo que tantos réditos le ha dado al "maestro Zen" en el pasado. Lo de los Lakers es para mirárselo, porque el fracaso viene dado por una nefasta planificación a medio plazo por parte de la gerencia, que no ha querido o podido anticiparse a la brillantina perfumada sin talento en la que han transformado poco a poco a la franquicia angelina. Y todavía había quien miraba mal a Gasol en aquel graderío...
El caso es que hay una serie de equipos que, contra pronóstico, pelearán con los Sixers por ser el peor de la temporada, y el mejor en la lista de elecciones del draft próximo. Suerte para todos.

viernes, 27 de febrero de 2015

La amarga estancia de Calderón en NY



Por los pasillos de ensueño de la zona de vestuarios del Madison Square Garden, lleno de fotos enmarcadas y en el que se respira todo el baloncesto del pasado, pasea un cabizbajo José Calderón tras una nueva derrota de su equipo. La temporada está siendo un fiasco, y ya nadie mira hacia arriba en la clasificación sino hacia el área de hundimiento estadístico.
El experimento de Derek Fisher en el banquillo ha resultado ser contraproducente para una plantilla falta de un claro referente experimentado. Fisher permaneció más tiempo en activo como jugador del que quien una vez le hizo su reseña de novato pronosticó. Sin talento para ser base contundente ni con tiro de campanillas para convertirse en amenaza exterior, su juego se fue puliendo y acomodando merced a las estrellas que tenía a su alrededor y sobre todo, rotulando las instrucciones de Phil Jackson. Logró acumular minutos impropios en alguien de sus características y se retiró plácidamente tras lidiar en los despachos de la Liga en beneficio de sus compañeros como representante sindical.
Y la oportunidad de ser "head coach" se le echó a los brazos sin mayor merecimiento que el de ser señalado por el "Maestro Zen". Ante las primeras derrotas Jackson llamó a la paciencia, y en este momento en el que las victorias apenas suman una decena su respiración diafragmática se empieza a entrecortar. Fisher sale en defensa de los suyos, pero lo cierto es que el equipo es un erial.
Calderón se sumaba a la causa "knick" acabando un periplo por Dallas en el que sufrió una severa reconversión en su juego, de director de ceremonia a clarinetista escondido en la derecha. De líder en cancha a jugador de complemento. De controlador de balón a receptor en la esquina. De la pausa con el balón en las manos a la prisa por lanzarlo a canasta.
Carlisle, actual "head coach" de los Mavericks, no es muy amigo del base "sobón", y la prueba es que se ha ido cargando a los "playmakers" de tales características. El último en caer ha sido Rondo.
Y Calderón pensaba seguramente que en New York las cosas iban a cambiar. Lo han hecho sí, pero entrando en una dinámica perdedora que ha sumido al equipo en una indiferencia y una indolencia casi propia del manifiesto "tanking" de los Sixers. Hasta Carmelo Anthony se ha borrado de la temporada para curarse del todo de sus heridas de guerra ante tal despropósito.
Los promedios de Calde vistos sobre el papel no son malos del todo, con 9 puntos y casi 5 asistencias en 30 minutos de juego, aunque están muy lejos de los cerca de 9 pases de canasta de tiempos pretéritos. Se ha librado del traspaso por los pelos, ya que su nombre sonaba con insistencia ante una maniobra de los despachos de los Knicks por liberarse de espacio salarial con el que negociar en verano. Lo que pase entonces será interesante, y está por ver si vemos a Calderón enfundado en un nuevo uniforme en su penúltima aventura en la NBA.