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miércoles, 24 de junio de 2015

El Real Madrid y el sueño de Laso


Pues no, Florentino Pérez no se encontraba en la sala al ser llamado a consulta. Ni falta que hacía. El título de Liga conquistado en la cancha del eterno rival tiene más de cuatro matices. Hablamos de un equipo que se ha hecho con todos los trofeos a su alcance esta temporada, y si tenemos en cuenta el éxito total de las categorías inferiores estamos ante un proyecto que en su vertiente vertical le coloca en hitos difícilmente alcanzables o repetibles.
Y a todo ésto que Laso entrenaba a este equipo. Un equipo en mayúsculas que empezaba a construir hace algunas campañas con el descrédito de parte de la afición propia y el recelo ajeno, y es que el murmullo cuando el balón no entraba en la canasta en el Palacio de los Deportes era un clásico. Le costó al entrenador vitoriano ganarse el respeto de la hinchada, quizá por entender la zona noble que se había contratado a alguien de perfil bajo para contentar a ciertos jugadores, huyendo del tipo personalista encarnado con dureza en gente de talla contrastada como Messina o Scariolo.
No entro a valorar ese "factor gafe" que tanto está dando que hablar en redes sociales, el inocuo "efecto Tomic" en el Barcelona. Un mocetón con gran envergadura y talento pero al que siempre le ha faltado ese matiz burbujeante que hace mejor a su equipo. Se fue el croata del Madrid por la puerta de atrás cansado de no ganar y de que no se valorara su opción ofensiva pasándose al rival. Para muchos su decisión fue aplaudida en modo agradecimiento por dejar el blanco aunque supusiese vestir azulgrana. Su tercer partido de la serie ha sido memorable, tirando del carro con unos porcentajes de ensueño, aunque es cierto que sus emparejamientos fueron de corto recorrido, no contando en la contienda Laso ni con Bourousis ni Mejri para detener sus acometidas. Su apuesta pasó por conceder espacio a Ayón y a Slaughter, quien con pie y medio fuera del Madrid se volvió a ganar su silla merced a su dedicación y fidelidad a las consignas del coach.
La plantilla del Madrid es envidiable y profunda, del mismo modo que la del Barcelona, que no supo sobrellevar la baja de Navarro y la discutible gestión de minutos en cancha de Xavi Pascual, torpedeado desde dentro y desde fuera con los flashes sobre el inédito Hezonja. Seguro que Pascual tendrá para escribir un buen libro de memorias sólo con lo vivido esta temporada. Hezonja será pasado del Barça pronto y nueva promesa de la NBA sin haber podido demostrar más que una chispa de talento en el Palau.
El caso es que Laso ya forma parte de esa élite de entrenadores a recordar de memoria. Despertando de su sueño, ha dejado de ser ese perfil bajo deseado por Florentino para convertirse en historia del deporte de la canasta.

jueves, 5 de febrero de 2015

La necesidad de Ricky Rubio



Un inconveniente chasquido en la rodilla cortó las alas y la complicada progresión de Ricky Rubio en la NBA. Pocos jugadores habían sido tan esperados en Minnesota como el jugador de El Masnou. Enseguida se ganó a los aficionados con su juego de fantasía, pases imposibles o un desparpajo impropio de un "rookie" dirigiendo a sus compañeros.
La prensa empezó a aceptar al nuevo base blanco talentoso, pero ciertos ojos críticos pronto vieron algo que fallaba. Su lanzamiento inconsistente a canasta le hacía retroceder en sus prestaciones. Entonces Rubio también comenzó a alimentar su propia inseguridad, cimentada en el espacio más allá entre sus entradas a canasta y sus pases. La lupa sobre un imberbe debutante en la Penya era distinta. Se veía su potencial y no su carencia. Siempre habría tiempo, siendo tan joven, de construir un tiro de media/larga distancia decente.
El paso de Ricky por el Barça le dotó de un aire más competitivo, pero le impidió una mayor transparencia en la mejora. En los clubes grandes se mejora cuando los factores internos y externos son propicios, y en su caso no lo fueron. Las dudas tuvieron su punto de partida ahí.
En la llegada a Minnesota fue pisando flores lanzadas a su paso, al estilo de aquella película "El Príncipe de Zamunda", donde Eddie Murphy siendo heredero de la corona en un próspero país africano se enfrentó a su padre por ser libre para conseguir al amor de su vida. Aquí vale una similitud. Rubio ha ido pisando flores hasta que desaparecieron. Quiso su amor NBA y pelea por lograrlo, en una atmósfera más difícil después de una muy seria lesión.
La reaparición fue paulatina, cubierto de mantas de protección, pero aún así de nuevo cayó lesionado. Más meses para meditar. Su imagen ha cambiado. Ya no es aquel talentoso base capaz de sacar de la atonía a una triste franquicia. Ahora es un jugador que debe demostrar que puede rendir al máximo nivel de manera permanente. A su favor cuenta con la nula presión competitiva que baña a los Timberwolves, con los dos últimos números uno del Draft (Bennett y Wiggins) y un puñado de presuntos súperclase del futuro. En este momento es el lugar idóneo en el que responder a todo lo que se ha puesto negro sobre blanco. Capacidad tiene, aptitud también, ahora solamente falta que el físico respete todo lo que su cabeza ansía. Porque una lesión puede acabar con todo, como en el caso de Raúl López.