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miércoles, 17 de junio de 2015

Curry vs Lebron




Los tiempos van cambiando en la NBA al igual que las estrellas del momento. Uno recuerda con nostalgía aquellos enfrentamientos entre Magic y Larry Bird, porque con ellos empezó a amar este deporte siendo muy jovencito. Es una de las rivalidades que más literatura han suscitado, por distintos motivos, encontrando su raíz ya en su etapa universitaria. Fuertes personalidades que aglutinaron a sus equipos a su alrededor y que hizo mejores a jugadores de complemento que se hicieron relevantes.

Luego llegó Jordan, al que no le coloco a nadie enfrente sencillamente porque nadie le pudo hacer sombra. Cuando logró acompasar su ego y talento al juego de equipo hizo letal a los Bulls logrando cifras individuales y colectivas históricas en este deporte.

Hoy en día se someten a la lupa del éxito Stephen Curry y Lebron James, con trayectorias bien diferentes que se solapan en este espacio temporal que llama a la gloria.

El interés por Lebron llegó cuando era todavía un imberbe mozo de instituto, con hambre de éxito, y tantos se apresuraron a ponerle etiquetas y a endulzar su paso a profesionales. Cantos a los que siguieron halagos que terminaron acogotando su asalto al anillo. Vivió por encima de los demás y los golpes de realidad le fueron despojando de oportunidades fueron dolorosos. Tuvo que unirse a un clan de estrellas y bajar sus prestaciones individuales para ganar anillos, y ahí se marcó un antes y un después en una carrera que ha transformado a Lebron al punto de prestar atención a sus compañeros. Jordan necesitó a Phil Jackson para darse cuenta de que en soledad poco rédito obtendría al margen de sus prodigiosos registros anotadores, mientras que a James fue la crudeza de la competición la que le colocó en su esfera actual.

Stephen Curry fue un niño bien, creciendo entre los almohadones que le colocaba su padre, el antiguo jugador de la NBA Dell Curry. Su progreso hasta la cumbre ha sido más lento y su condición de MVP significa una sorpresa inesperada incluso para su progenitor, que a buen seguro no calculaba que la cima de su hijo sería tan alta. No teniendo al lado el foco constante su crecimiento fue paulatino y sereno. La evolución del base de los Warriors es exponencial a la de su equipo, que tras un serio periodo de construcción y seleccionando a Steve Kerr como entrenador esta temporada ha llegado a las Finales habiendo completado una competición de ensueño.
Los dos lideran ahora dos proyectos fabricados de manera diferente para lograr el mismo objetivo.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Cuestión de liderazgo


Un liderazgo se gana en la cancha con algo más que posturas y palabras de más al término de un partido. Significa el respeto de los que sudan la camiseta, de los que miran al "macho alfa" con absoluta confianza. Un liderazgo no se disputa a base de tirar hasta las zapatillas último modelo y no mirar a los lados.
Algo que hablar sobre el nuevo cambio de estilo de Westbrook, que ha entendido a medias estos conceptos. Hay diferencias de opinión sobre Russell que pueden ser discutidas en el fondo de un vaso con hielo al amanecer y seguirán sin quedar claras, pero existen una serie de puntos que se detienen en el punto común.
El base de los Thunder ha superado ampliamente a estas alturas de temporada el total de asistencias repartidas el curso pasado, centrado más en su lanzamiento a canasta que en crear buenas situaciones de tiro para sus compañeros. Aquí lo indiscutible, las líneas divergentes se pueden empezar ya a trazar.
Se le culpó de no saber llevar a su equipo en los momentos más calientes. En cierta medida hay razones para dar razón a aquellos críticos, observando unas estadísticas que no engañan. Los números suelen servir para dar o quitar peso a los argumentos, y en el caso de Westbrook encontramos ejemplos de egoísmo. El empuje de Durant, infatigable en su esfuerzo anotador, hizo quizá crecer el ansia de reconocimiento al antiguo base de UCLA, que descubrió la gracia de encestar con profusión en su paso a profesionales. Y la fórmula más rápida para adquirir ese reconocimiento consiste en anotar mucho, en el engorde de la casilla de los puntos, a costa de otros apartados. Su media de asistencias descendió de 8 a 3 por choque, y de ello quien se resintió fue el colectivo, que comprobó cómo el juego de ataque lo aglutinan Durant y Westbrook. No hubo demasiados balones de mñas ni para Harden ni para Ibaka, obligados a crearse sus propios tiros. El primero se fue a Houston para mayor gloria logrando ser all-star, y el pívot español esta temporada está explotando su arduo trabajo veraniego en aras de convertirse en un jugador más completo.
Si uno quiere que su equipo gane siempre tiene que ceder una parte de sí mismo al resto. Lebron se empeña en ser mejor a base de constantes mejoras en todas las facetas y en ser generoso, tendiendo la mano a Wade y Bosh para que alcancen su cuota. Gana el individuo y el colectivo. Los Heat son mejores que hace dos años porque cada uno asume su rol, algo que a día de hoy sigue en discusión en Oklahoma, donde el viento a favor propicia que no haya desertores. Veremos lo que pasa cuando sople viento de costado...