sábado, 24 de enero de 2009

Mister eficiencia

Inteligente, preciso, valiente y sobre todo, eficiente. Así se puede calificar la actuación anoche de Jose Calderón. A estas alturas solamente algún renegado no se siente fascinado por la aportación del base extremeño a un colectivo tan desnaturalizado como el de Toronto.
A los más puristas se les pueden abrir las carnes al ver a un alero tirador como Anthony Parker repartiendo el juego de los Raptors. El coach Triano se cansó de aullar a la Luna y terminó por rendirse a la evidencia de que ni Solomon ni Ukic tienen el nivel necesario para guiar una nave con tantas expectativas depositadas. Creo que Solomon tampoco puede ocupar plaza de banquillo en la NBA, pero es sabido que auténticos jornaleros sin oficio encuentran acomodo en la poblada élite del baloncesto. La vida a veces puede ser muy injusta.

Will Solomon ha demostrado con creces ser una fantástica punta de lanza en Tel-Aviv, pero de ahí a creer que sus prestaciones son suficientes para adentrarse en el bosque dorado hay un trecho. Hay un ramillete de escoltas con cuerpo de base en la NBA, pero éstos ya han pasado su Rubicón particular hace tiempo. En cuanto a Ukic, habría que darle más tiempo simple y llanamente. Fallo clamoroso del tándem Colangelo-Gherardini.

La seguridad que demuestra en cada ataque Calderón hace a sus compañeros mejores. Saben que el balón estará en su sitio en el momento concreto, y que "mister eficiencia" también puede desatascar la situación con un buen tiro lejano o puede romper la defensa con una penetración. Parker, Bosh y Bargnani aguardan gozosos el pase abierto de Jose.
Pocos hay en la liga capaces de reaparecer después de una lesión con un partido tan completo como el de el español.
Me gustaría apuntar la frustración que deben tener en Chicago con el supuestamente prometedor Joachim Noah. El hijo del gran Yannick forma parte de ese complicado grupo de jugadores que no tienen suficientes centímetros para medirse en la pintura a los grandes colosos, y de los que carecen de fundamentos y versatilidad para ocupar una plaza más exterior. No ha respondido a lo que se esperaba de él y tampoco creo que vaya a hacerlo, a menos que trabaje de forma considerable. Por lo visto los Bulls están mirando el mercado para hacer un pequeño retoque a su roster. Estás esperando demasiado Paxson, tu equipo se va resquebrajando lentamente.

viernes, 23 de enero de 2009

Despido sin sorpresa

Ya se venía percibiendo desde el inicio de temporada. Las horas de Marc Iavaroni al frente del banquillo de los Grizzlies estaban tan contadas como las raciones en el desierto. No juego a ser ventajista, pero hace tiempo ya presumía que Iavaroni no ha sabido aportarle la dosis de entusiasmo y rapidez al triste y ramplón juego del equipo.
Los sistemas prácticamente no han existido, ya fuese por la incapacidad de leer el juego desde el puesto de base o por la franca dependencia de dos jugadores egoístas. Me apunto como bien sabéis a la segunda teoría. Ni Gay ni Mayo pueden cargar todo el peso de un conjunto joven y sin un verdadero patrón de liderazgo.

Iavaroni ha ido moviendo piezas con lentitud, cambiando el director de juego o sacando intermitentemente a Gasol del quinteto. Se arrastran los vicios del pasado, los mismos que impidieron a Pau hacerse grande en playoff, y se acumulan una serie de imprecisiones tanto desde los despachos como desde la gestión meramente deportiva que han condenado a la soledad al acérrimo hincha de Memphis. El que lleve por las calles una camiseta de los Grizzlies se puede considerar como miembro de un grupo en extinción.

La solución pasa por remover la plantilla para desprenderse de las impurezas, y a ser posible enviar bien lejos a un sobrevalorado Rudy Gay.

domingo, 18 de enero de 2009

El gran orador

Hubo un tiempo en el que las hazañas bélicas pudieron ser narradas por oradores como Cicerón. En gran parte del impetuoso dominio de los Césares la épica era casi el leitmotiv de una sociedad ávida de héroes y de historias que contar a un pueblo empujado a una vida precaria. Esos mismos héroes eran aclamados como dioses al regreso de las campañas victoriosas.
Hoy en día no contamos con personajes con una oratoria tan eficazmente descriptiva como Marco Tulio Cicerón, pero si con una galopante crisis y grandes cronistas que detallan la aportación al baloncesto actual de jugadores tan mediáticos como Kobe Bryant, Lebron James, Dwyane Wade o Dwight Howard. Su imagen trasciende la propia esfera meramente deportiva y consigue alcanzar cotas inimaginables para los valerosos héroes del pasado. La repercusión es tan alta que incluso se puede llegar al extremo de movilizar ciudades o Estados enteros en un intento para convencer a estos "guerreros" de que unan su futuro al desarrollo económico o urbanístico de las urbes. Los propietarios de los equipos piden reuniones con alcaldes y senadores para hacerles saber que la construcción del nuevo pabellón pasa por la contratación de la estrella de turno, y pretenden alianzas sólidas a nivel político como aval de la oferta al deportista.

Podemos hablar de Nueva Jersey, que lleva esperando años su traslado a Brooklyn. Ha tenido que lidiar con las reticencias institucionales y con la poca gana de desembolsar un buen dinero para la adecuación de la zona a las nuevas exigencias. El proyecto ya tiene nombre y está en marcha, pero el camino ha estado lleno de piedras. Si se hubiese tratado de los Lakers o de los Celtics, la mudanza hubiese sido cuestión de pocos meses. El show business manda.

Mientras tanto, en Nueva York se preparan para el próximo desembarco de Lebron, que sin duda merecerá el trato de "King of New York". Ya hemos hablado de la dimensión que puede alcanzar la figura de "King" James en un mercado tan apetecible como el neoyorkino. Incluso si sus prestaciones deportivas consiguen superar las expectativas, próximas generaciones podrán contemplar un busto o una estatua como las de los antiguos reyes o emperadores, los mismos que fueron protagonistas de los grandes discursos de Cicerón.

jueves, 8 de enero de 2009

De altura suficiente

Una mañana en un entrenamiento, el profesor de Educación Física se acercó al joven mofletudo y mostró su pesar porque la falta de centímetros del chaval le iba a impedir una prolífica carrera profesional en su país. "Quizá en Europa puedan admirar tus cualidades" le dijo. Esta frase se convirtió sencillamente en un motor de altas prestaciones que movería toda la maquinaria conformada por un cuerpo moldeado en el gimnasio, un coraje a prueba de incrédulos y una dosis bien aplicada de talento.
Años más tarde Paul Millsap logró unos registros suficientes en la prestigiosa LSU para captar la atención de los "scouters", y su capacidad para rebotear en situaciones atípicas para alguien que supera con dificultad los dos metros fue su tarjeta de presentación.

Seguramente si no hubiera caído en la fría y poco atractiva comunidad mormona de Utah no estaríamos hablando de un sólido titular en la NBA, y su cuenta corriente estaría llena de rublos o euros. Jerry Sloan es un entrenador paciente, exigente con las promesas y muy crudo con los que no comulgan con su creencia en los fundamentos del baloncesto. Muchos se han ido sin demostrar sus cualidades, y otros han sido acogidos con la mayor de las reservas a cargo del respetable. Se dudó una vez más de que un jugador de una talla insuficiente pudiese ocupar un puesto interior. Se equivocaron. El mismo Sloan exprimió todo el jugo a un armario empotrado con piernas como Greg Ostertag, así que conoce de sobra lo que hace falta para pelearse debajo de los aros al menos en el equipo de los Jazz.

La progresión de Millsap ha sido espectacular en cuanto ha podido disfrutar de minutos y de la confianza plena del cuerpo técnico. Se postula claramente como aspirante a ganar el premio de jugador "más mejorado" esta temporada. Ha mejorado en todos los apartados estadísticos y el ratio de pérdidas de balón por minuto jugado no se ha estropeado demasiado.

Lo positivo para los seguidores de Utah Jazz es que su margen de mejora todavía no ha tocado techo. Le animaría a que trabajase el tiro exterior para completar su repertorio ofensivo.

domingo, 4 de enero de 2009

Progresión adecuada

En la NBA el guión de la carrera de un jugador tiene sus primeras líneas escritas antes incluso de su debut. Hay que tener siempre presentes una serie de variables que difieren en función del grado de conocimiento del deportista que existe tanto en la prensa especializada, en el aficionado como en el propio equipo. El hecho de tratarse de una elección alta del draft garantiza de inicio un importante número de minutos. Luego es cuando se presentan ciertos aspectos extradeportivos que arrastran al jugador a un examen con lupa. Aquí podemos presentar a Michael Beasley, flamante número 2 del último draft que ha visto recortado de forma dramática su tiempo en pista por una visible falta de atención en los encuentros y una aparente desgana en los entrenamientos.
Los jugadores extranjeros deben pasar por más filtros para ganarse la confianza del entrenador de turno. El mismo Pau Gasol tuvo que empezar su peregrinar en la NBA saliendo del banquillo, a pesar de haber sido una elección alta y de no tener una competencia sólida. Por otro lado, un apellido con dificultades de pronunciación en el idioma de Shakespeare no ayuda precisamente a los aventureros. En el mejor de los casos será el beneplácito de la grada un factor primordial para conseguir minutos.

Extraño es el caso de Marco Belinelli. El italiano se las prometía muy felices la temporada anterior después de una espectacular puesta en escena en los "training camp" veraniegos, con actuaciones dignas de su clase. Pero Marco se estrelló en el muro de Don Nelson. A "Nellie" no le importaron demasiado sus grandes demostraciones en época estival, y simplemente le aplicó su plan personal. El día a día de Belinelli consistiría en ganar un poquito de peso, ver el baloncesto desde el banquillo y foguearse en los entrenos y en el "garbage time" de los partidos. Si no te gusta lo que hay, cierra la puerta detrás de tí mientras te vas.

Marco fue paciente y esperó su oportunidad. Este año el "training camp" volvió a ser inmejorable y los minutos no llegaron. Se especuló con un posible traspaso, aunque finalmente no se produjo, y hace unas semanas Nellie pensó que su momento había llegado. Belinelli disfruta ahora de un puesto en el quinteto y ha enseñado lo que es capaz de hacer si tiene confianza.

martes, 23 de diciembre de 2008

Esfuerzo en balde

Llegó el momento, y tan pronto como vino se fue. Tantas entrevistas y tanto seguimiento específico a los hermanos Gasol se han esfumado con la victoria de los Lakers. Podría decirse que la contienda ha caído del lado del más fuerte, pero habría que tener en cuenta unos cuantos matices. Los chicos de Phil Jackson se encuentran en el mismo bosque oscuro y angosto que cruzara Ichabod Chrane. Si el equipo de Marc tuviese en el banquillo a un verdadero estratega, quizá estaríamos hablando de la gran sorpresa de la semana. En Los Angeles acusan en exceso la baja de Farmar, quién se lo iba a decir, y no ha habido un patrón de juego convincente en los primeros minutos. Por fortuna para Pau y compañía, el enemigo lo tienen en casa y no les anda esperando a lomos de un temible corcel y una cabeza en sus manos. Ellos mismos son los culpables de crear una intensidad nula, de desplazar el balón ineficazmente y de no aplicarse en defensa.
De todo ello se aprovecharon en Memphis para sacar de quicio a todo aquel vestido de morado. Han bastado las habituales aportaciones de Mayo y Gay para poner a los Grizzlies en franquía en el marcador. Raro es que estos chicos busquen al compañero mejor colocado, y precisamente la virtud que les hizo superar a los Lakers se convirtió en una pesada losa al final. Mayo se reivindica constantemente ante Gay, y éste le devuelve el reto tirándose lo impensable.

Con el marcador ajustado a su favor, Mayo decidió que él debería subir el balón. Puede que ya sea un jugador reconocido, pero le falta ese plus necesario para distinguir la mejor opción en ataque. Gay no lo tiene y francamente, tampoco creo que lo esté buscando. Las pérdidas absurdas de balón se fueron multiplicando exponencialmente y los Lakers no iban a desperdiciar el regalo.

Desde el banquillo, Iavaroni dio muestras de una absoluta ineptitud a la hora de ofrecer soluciones plausibles. Simplemente se limitó a intercambiar los puestos de Milicic y Marc en el quinteto en aras de algo difícilmente explicable.

Ganó el hermano mayor, y el pequeño deberá esperar su turno. Otra vez será, Marc.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Recomposición de ideas

Ni antes era el mejor el equipo de la Historia, ni ahora es una plantilla tan desequilibrada. Después de aplicar su particular rodillo en los primeros compases de la temporada, los Lakers muestran ahora un carácter más humano. Han perdido dos partidos consecutivos en su paseo por Florida, pero no es un dato que se me antoje significativo al menos en este tiempo. Hay que tener en cuenta que Pau está algo tocado y que hay un puñado de jugadores con una pavorosa indefinición en su juego en las últimas fechas.
Una vez consumada su renovación, el esloveno Vujacic anda con el punto de mira ligeramente desviado. Lo importante para Phil Jackson es que recupere la confianza antes de marzo, porque mientras exista un grado de equilibrio entre la aportación habitual de los titulares y de los suplentes el día a día será, cuanto menos, placentero.

En el caso de Jordan Farmar podríamos trasladar las dudas sobre su rendimiento a un ilustrado en psicología. La motivación es un elemento tan esencial como las propias cualidades físicas y técnicas. Sinceramente creo que por la sangre de Farmar corre la ambición del titular, y siente que la espera ya ha tocado a su fin. Su juego se torna en ocasiones en agónico debido a su rabia contenida. Está claro que cuando los Lakers quieren correr, él es el encargado de dotar de velocidad al ataque angelino. El problema vendrá cuando esa rabia se torne en frustración. Me gustaría verle de inicio durante una tanda de partidos para comprobar si todo lo que apunta saliendo del banquillo lo puede plasmar con un poquito más de calma empezando en el quinteto.

Andrew Bynum se halla en una situación difícil provocada por él mismo. Ha empezado a hablar de más en la prensa sobre sus minutos en cancha, y la importancia que Jackson le otorga a los pequeños detalles se reflejan directamente en el "playtime". La carrera es de fondo, y no le importa pasar varias veces por encima de la negación de sus jugadores a sus métodos con tal de que a la segunda ronda todos lleguen con los deberes entregados y corregidos.
A Bynum ni le gusta jugar menos ni tampoco le entusiasma la compañía de Pau en la zona. De momento no se complementan, y la prueba está en que Gasol todavía obtiene su mejor rendimiento pegado al aro sin el gran mocetón a su lado.

Jackson sigue confiando en Fisher como director de juego, y aunque su tiro sigue salvando al equipo en determinadas circunstancias y desatasca el por momentos enmarañado ataque, ya no es un jovencito con las piernas frescas. Empezaría con Farmar y dejaría a Fisher como sexto hombre, y de esta manera podría terminar la temporada con más fuerza para afrontar los playoff.

Por lo demás, Ariza poco a poco le va cogiendo el tono a la competición y se acerca al perfil de jugador que apuntaba en su época de rookie. Defiende bien, se une a la lucha por el rebote y progresa en su tiro exterior. De Odom por el contrario se espera bastante más. No logra acomodarse a su nuevo rol y le cuesta meterse en el juego.

Sería una temeridad poner en tela de juicio el trabajo de Phil Jackson a estas alturas, porque la experiencia enseña que él mismo crea situaciones complicadas para que las soluciones sean a un nivel que engrandezca al colectivo.