miércoles, 30 de diciembre de 2009

La NBA despide el año

Lejos del ajetreo consumista, de calles repletas de insensatos compradores de última hora, de amantes de los empujones en centros comerciales con una mezcla de sudor y olor a marisco, disponemos de unas horas para despedir el año y ofrecer el último análisis del año que termina.

La temporada nos deja en diciembre con un homenaje a la indefinición. No hay equipos arrolladores ni líderes destacados en ningún apartado estadístico.

En el camino hacia el MVP no hay todavía un nombre escrito en mayúscula. Kobe y Lebron marcan un ritmo regular aunque con su mejor nivel todavía por llegar. Los cronistas empiezan a considerar seriamente a Carmelo como aspirante número uno. Emerge en los últimos tiempos el mejor Kevin Durant como estandarte de un parcial ganador excelente para los "tiernos" Thunder. Si Oklahoma abre la puerta del playoff ganará enteros en la lucha. De jugador más mejorado a MVP en dos sesiones, sería un buen paso.

El capítulo de rookies ya ha sido comentado más abajo, y por lo visto es cosa de dos tipos. Tyreke va un paso por delante de Brandon Jennings.

No podemos hablar en este momento de un mejor defensor, porque creo sinceramente que se trata de un premio absolutamente caprichoso con un abanico de candidatos demasiado amplio. Se hablará sobre ello.

En cuanto al jugador con mejor progresión, el cuadro se colorea con una gama interesante de colores. Aquí quiero destacar algunos nombres como Marc Gasol, el "bull" Noah, o a Rajon Rondo, que ya creció mucho la temporada anterior. El "rocket" Landry ha perdido unos cuantos dientes pero ha ganado credibilidad y opciones. A esta categoría quiero dedicarle un espacio más adelante.
Son destellos de los últimos coletazos de este 2009 que despedimos. Continuará.

martes, 29 de diciembre de 2009

Todos al acecho

Antes de retomar mi deleite mental sobre la copiosa cena de Nochevieja, que el que escribe podrá disfrutar en casa después de cuatro años, estaba repasando la clasificación que tiene a bien dejarnos el año que termina.

Llama la atención la igualdad que subyace en los números. Hay un equipo, New Jersey Nets, que sigue esperando el coche de recambio después de estrellar repetidas veces el de uso diario. Tampoco sirve el de los fines de semanas porque tiene el motor gripado sin remisión.

Los Nets no anduvieron finos con los traspasos y la confección de una plantilla que se antoja corta y desequilibrada. El líder Devin Harris se ha pasado casi toda la temporada en el dique seco, y la moneda de cambio de Vince Carter todavía no es de curso legal. Han padecido muchas lesiones y la escasa efectividad pasó factura a los nervios del otrora idolatrado coach Lawrence Frank. Sin él las cosas no han ido mucho mejor. Dos victorias con Kiki Vandeweghe y a la vista el peor récord de la historia moderna de la NBA.

No me sorprenden los inicios de Golden State, Minnesota e Indiana. Los Warriors sobreviven a conflictos internos que lograron expandirse extramuros, a una crisis de identidad, y a la falta de objetivos a medio plazo.

En los Wolves el caso es bien distinto. Cuentan con un entrenador novato, Kurt Rambis, y un GM que se ha esforzado para no dejar de salir en los medios en época veraniega con rocambolescas operaciones, elecciones a priori disparatadas y declaraciones desconcertantes. Mientras Ricky hace suyo al Barça.
Los Pacers sufren por la falta de dirección en pista y las lesiones tampoco les han ayudado mucho a salir del pozo.

Philadelphia quiere revivir con el prejubilado Iverson, y en Washington las señales de humo invitan a una reestructuración que tiene que llegar más pronto que tarde. Hay que tener en cuenta que tienen a tres recientes all-star en el quinteto, y eso se paga muy bien.

Una leve sonrisa aparece en mi rostro cuando me fijo en los Knicks. Nadie, ni sus propios aficionados, daban una colilla usada por el presente de este equipo. Todos, incluido servidor, se marcaban un plazo posterior a este verano para trazar las líneas maestras de los nuevos Knicks con la llegada de Lebron. Muy meritorio alcanzar once victorias y otros tantos resultados equilibrados con tan poco equipaje en su viaje.

Fuera de los puestos más bajos encontramos a un grupo importante de franquicias con opciones reales, a día de hoy, de meterse en playoff. En el Este el estrepitoso nivel hace que Chicago, Detroit o los mismos Knicks estén a una sola victoria del octavo puesto.

Las cosas en el Oeste son un poquito más complejas, aunque los líderes no asusten tanto como en otros cursos. El octavo puesto está más caro, pero no sería extraño que los sorprendentes Kings aceleren con la excelente progresión de Tyreke y les echen el aliento a los Jazz. Hay mucha igualdad y un buen puñado de equipos que se juegan sus habichuelas con una escasa diferencia de dos o tres partidos.
Por lo visto no habrá ningún equipo que baje de las quince derrotas al final de la temporada regular.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Reconversión en Detroit

En este tiempo de crisis en el que tanto se habla del cambio de modelo productivo, del desentendimiento a la hora de firmar los convenios colectivos pendientes y de reconversiones para lograr eficiencia, podemos trasladar un discurso con ciertas similitudes a la NBA.

La liga también se ve sacudida por la agonía que vive la sociedad, y crece la nostalgia recordando momentos mejores, en los que el sueldo de la estrella de hoy era el tope salarial de la franquicia de ayer. Ahora tenemos impuestos de lujo que invitan a saltarse alegremente este tope, y se habla de veinte millones de dólares como de las ofertas 2x1 del súper de la esquina.

En este escenario, los chicos de marketing de los equipos se afanan en buscar reductos de fidelidad en las mentes de los aficionados, ofreciendo alitas de pollo y refrescos a cambio de rellenar los vacíos en las gradas.

Me quiero detener por lo simbólico que tiene el asunto, en la situación de los Pistons. Detroit, cuna de la industria del automóvil en los Estados Unidos, ha sido golpeada duramente por la crisis, obligando a las fábricas a despidos masivos, a congelar sueldos y a reconvertir parte de la producción de las empresas accesorias de recambio de componentes.

Los Pistons sufren esa reconversión. De equipo ganador a proyecto de futuro en muy poco tiempo. Joe Dumars ha ido moldeando una figura que no podrá ser vista esta temporada. El cambio de Billups, la nefasta huella dejada por Iverson, el desencanto de "Rip" Hamilton, el ocaso de Ben Wallace. Todo ello aumenta la inquietud y refuerza a los críticos.

El lado más liviano de la balanza, el de los futuribles, contiene un escaso margen para la sonrisa. Prince no termina de asumir el rol de Billups. No es feliz y se le nota. La estadística nunca falla en este aspecto. Los números siempre van ligados al estado emocional del jugador.
En el puesto de base, el más discutido, Stuckey va tomándole el pulso a la competición. La presión de asumir el papel del antiguo director de juego supone una carga a veces demasiado pesada.

De entre las dudas surge una esperanza blanca. El rookie Jonas Jerebko evoluciona bien, cogiendo responsabilidad paulatinamente. Puede ser intenso en el rebote, corre bien el contraataque y anota triples con relativa facilidad. El sueco debe gastar más horas en el gimnasio para convertirse en auténtico referente, aunque por lo visto hay motivos para estar satisfecho de la extraña elección de Dumars. Sin cartel en Europa y sin nombre ni rango en la NBA, es de lo poco que se puede salvar en el equipo del entrenador también novato, John Kuester.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Sorpresa entre los rookies

De momento la historia de la carrera hacía el "Rookie del año" se escribe desde el puesto de base. Echando un vistazo a la pasada elección, encontramos no pocos desencuentros entre la previsión y la realidad.

Quedando el talentoso Blake Griffin fuera de circulación, el ritmo lo marcan Tyreke Evans y Brandon Jennings, los números 5 y 10. El tanzano Thabeet se consolida como el gran fracaso de este draft, con una importancia tan minúscula de tiempo en pista que casi rivaliza con el iraní Haddadi por ser el pívot suplente en los Grizzlies. Sigue el alto mocetón un programa de entrenamiento para fortalecer su juego de pies y aumentar sus escasos recursos ofensivos. Marc Gasol puede respirar tranquilo, porque hasta ahora lo único que ha enseñado Thabeet es cierto poder de intimidación.

El siguiente en la lista es James Harden, que enciende de vez en cuando la luz y despierta de su letargo, aunque en su caso su progreso lo frena el empuje de Durant, Green o incluso Westbrook. De Ricky de momento lo mejor es no hablar.

Tenemos que esperar hasta el quinto puesto para acelerar el paso. La elección de Evans tan arriba despertó cierto recelo. Un jugador que no es base ni escolta. Demasiado alto para ser director de juego, y con poco rango de tiro para jugar de dos. Pero Tyreke, veinteañero con cara de cuarentón, rompe con los pronósticos. Ya ha superado los 30 puntos y llegado a las 10 asistencias, y sus promedios son dignos de un jugador experimentado. Lo más importante es que su equipo ha crecido con respecto al curso pasado. Es Sacramento una de las sorpresas agradables de la temporada, y en gran parte se lo debe al buen hacer de Evans.

El base de los Kings ha llegado a la altura de Brandon Jennings, que comenzó emulando a Usain Bolt en el sprint. Dejó al resto de rookies olisqueando su rastro. El efecto del "europeo" se va disipando al tiempo que los registros de Tyreke van mejorando, aunque mantiene su línea de regularidad.

En este punto hay bastante igualdad, tanto en rendimiento individual como en resultados colectivos, estando Kings y Bucks parejos. A día de hoy, la carrera es cosa de dos.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Esperando a Lebron

Metidos en la vorágine de la competición, se silencia poco a poco la rumorología acerca del próximo destino de "King" James. Sus Cavaliers empiezan a centrarse en su temporada presente y coleccionan unas cuantas victorias más. El penoso incio toca a su fin. Otra cosa bien distinta es el caldo de cultivo que se está creando en el seno de una franquicia abocada al resquebrajamiento.

La llegada de Shaq genera más problemas y dudas que ventajas, y resta credibilidad a la confianza que la parcela técnica tiene en Ilgauskas. El lituano ya ha enseñado sus garras en privado ante lo que considera una falta de respeto. Hay que recordar que en algún partido semanas atrás se quedó en el banquillo estando en plenitud de condiciones.

Cleveland sigue dependiendo en exceso de Lebron y además se ve obligado a ralentizar en ataque ante la evidente lentitud de O´Neal. Siete derrotas a estas alturas es más de lo que hubiesen previsto en su planificación inicial.

Mientras tanto, en su presumible nuevo destino viven más felices de lo esperado. El Madison recupera parte de su audiencia y ve cada noche a un David Lee al borde de la excelencia. El ansiado pívot neoyorkino debería entrar a día de hoy en la lista de cara al All-Star.

Las sensaciones en New York son tan buenas que D´Antoni se ha permitido el lujo de recuperar para el profesionalismo de alto nivel al olvidado Jonathan Bender y de permitir la resurrección de un denostado Eddie Curry. Cierto es que la atmósfera actual y la falta de objetivos para esta temporada dan pie a estas acciones, pero hay que fijarse en el fondo del asunto y su trascendencia.
El italiano Gallinari da muestras de su talento y ofrece grandes esperanzas para el futuro. Jugará un papel importante en los Knicks del futuro, manteniendo empuje y versatilidad.

A falta de un traspaso que aleje al ya condenado Nate Robinson, el hueco a Lebron está hecho y sus próximos escuderos suman minutos y experiencia.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Oasis en el desierto

Pocos auguraban un comienzo tan provechoso en Sacramento. Ni los propietarios, los Maloof, ni el GM Petrie, ni la afición, ni los propios jugadores. Westphal aparecía en medio de este lúgubre solar como un paracaidista sin cantimplora para guiar a un puñado de jóvenes imberbes hacia un camino seguro.

La lesión de Kevin Martin tampoco era precisamente un elemento estabilizador para una franquicia huérfana de éxitos y sin un rumbo definido. Los brillantes momentos vividos en la época de Adelman habían caído al más profundo de los olvidos.

La decisión de Petrie de entregar el mando a Paul Westphal levantó más de una suspicacia. Un entrenador con una predilección especial para el ataque quizá era la mejor opción para recuperar algún hueco vacío en la grada, aunque generaba bastantes dudas en cuanto a la progresión de ciertos jugadores.

Diez partidos ganados a estas alturas supone un paso grande, insuflar ánimo a gente como Nocioni, Hawes o Greene, y una nueva vida para el novato Casspi y nuestro Sergio. El israelí está cumpliendo las expectativas, midiéndose cada noche en un puesto comprometido a jugadores de gran nivel.
Sergio demuestra que con minutos y confianza puede responder perfectamente, alejado de un rol controlado y defensivo. En Sacramento gusta y mucho el tipo de juego que el español lleva en la sangre. De momento ya ha registrado la mejor anotación de su carrera en la NBA y va ganando enteros entre la hinchada, sus compañeros y el entrenador. Es un complemento perfecto para lo que ofrecen el fibroso Tyreke Evans y el tirador Udrih. Es complementario y me atrevería a decir que les libera de cierta tensión a la hora de llevar el tempo del partido. Quizá es mucho aventurar en este momento del curso.
Lo peor de este equipo será el grado de encaje de este comienzo. Si se les va la cabeza a ciertos jugadores no habrá equilibrio en el casillero de triunfos-derrotas.

martes, 8 de diciembre de 2009

Maldición blazer

Se oye un crujido y se terminó la temporada. El gigantón Oden revive la dolorosa situación que experimentó no hace mucho. En esta ocasión es la rodilla izquierda la que ha pagado con su integridad el rigor físico que exige la NBA.

Greg Oden empezaba de cero este curso, después de verse resignado a un discreto papel el año pasado. Lejos de las posibilidades que su carta de presentación reflejaba, el mocetón se vio abocado a una reconstrucción tanto física como sobre todo mental que mermó su rendimiento. Al menos eso es lo que parecía. Un jugador capaz de jugar media temporada lanzando a canasta con la mano "menos habitual", a causa de una lesión en su muñeca izquierda, se entendía que podría hacer frente con garantías a los envites de la competición ante rivales con menor poderío y porte.

La temporada pasada fue un pívot lento en sus movimientos y torpe en la defensa, aunque fue emitiendo ciertos destellos de talento. Está demostrado en la liga que con no demasiado trabajo un "center" consigue una gran rentabilidad en cuanto a minutos en pista. Oden tenía que competir con el voluntarioso Przybilla, que no ofrecería a priori mucha resistencia. La facilidad para cargarse de faltas, aspecto que tocaba mejorar este año, no ayudó precisamente al reencuentro de Greg con la plenitud de tiempo en cancha.

Hasta la desafortunada lesión, Oden había mejorado en todos los apartados estadísticos de manera sensible, con sólo un par de minutos más de media. Significativo era su avance en los tiros de campo y en el capítulo de tapones, con lo que se hacía evidente su confianza a la hora de intimidar en defensa. La lacra nuevamente la asumía el porcentaje de faltas, la auténtica cruz de hierro.

Mucho se escribe sobre la maldición "blazer", y enseguida nos fijamos en su antecendente en la franquicia de Oregón, Sam Bowie. En común su alto número de elección en el draft, su envergadura, las lesiones impertinentes y la tierra prometida a la que guiaría como líder. Podemos anotar diferencias. Bowie fue un auténtico dominador en su etapa universitaria en la prestigiosa Kentucky, mientras que Oden espantaba rivales con su físico pero estaba muy lejos de su plenitud.

La carrera de Bowie se vio perjudicada por constantes lesiones que le acompañaron incluso antes de empezar su carrera profesional, no llegando a alcanzar ni la milésima parte del nivel que le suponía. En esas mismas circunstacias estamos ahora. Un jugador llamado a ser estrella pero que está muy lejos de serlo, y más ahora cuando muchos ya dudan de su recuperación total. Puede que Greg Oden sea como Bowie, la estrella que no fue.