martes, 3 de marzo de 2015

La peor cara del baloncesto


Hace ya algunos años en la cancha del Auburn Hills de Detroit tuvo lugar un incidente que marcó un antes y un después en cuanto a la disciplina sancionadora y el comportamiento de jugadores en la NBA. Un duelo de matones digno de la peor zona de la ciudad y en el que estuvieron involucrados también espectadores. A la liga no le tembló el pulso a la hora de repartir sanciones y por ejemplo a Artest se le suspendió por el resto de la temporada eludiendo también su hipotética participación en playoffs. Su equipo, Indiana Pacers, le perdió por setenta y dos partidos más los que disputó más allá de la "Regular Season". De aquéllo han pasado diez años y nunca se ha vuelto a ver una actuación semejante.
Este fin de semana en Bilbao hemos atendido con estupefacción a una pelea de matones entre el equipo local y el Baskonia en un derbi vasco que a alguno se le fue de las manos, literalmente. Con los nervios a flor de piel no se supo manejar una situación que se tornó violenta y que transformó a los espectadores de un partido de baloncesto en seguidores del más crudo boxeo callejero. Uno de los principales implicados, Tornike Shengelia (con pasado NBA), reparó en que un chiquillo sentado en primera fila había sido testigo directo del altercado a unos centímetros. Lloraba desconsolado después del visionado de algo que seguramente no habría visto nunca, porque en su casa en su presencia se verá programación infantil y algo de deporte. Shengelia, una vez calmados los ánimos, se acercó a darle un beso y a disculparse. Sin duda una acción que le honra aunque no sirva de eximente para los hechos precedentes. Vemos cómo han salido comunicados oficiales de los dos equipos condenando lo sucedido y los actores entonan el "mea culpa". La ACB pide un cambio de reglamentación que deja poco margen para determinar sanciones ejemplares, con castigos tasados poco severos en la cuantía económica o en lo meramente deportivo. Una legislación obsoleta que data de 1990. Como siempre se espera a una alarma social en forma de imágenes lamentables para echarle un vistazo a la normativa.


viernes, 27 de febrero de 2015

La amarga estancia de Calderón en NY



Por los pasillos de ensueño de la zona de vestuarios del Madison Square Garden, lleno de fotos enmarcadas y en el que se respira todo el baloncesto del pasado, pasea un cabizbajo José Calderón tras una nueva derrota de su equipo. La temporada está siendo un fiasco, y ya nadie mira hacia arriba en la clasificación sino hacia el área de hundimiento estadístico.
El experimento de Derek Fisher en el banquillo ha resultado ser contraproducente para una plantilla falta de un claro referente experimentado. Fisher permaneció más tiempo en activo como jugador del que quien una vez le hizo su reseña de novato pronosticó. Sin talento para ser base contundente ni con tiro de campanillas para convertirse en amenaza exterior, su juego se fue puliendo y acomodando merced a las estrellas que tenía a su alrededor y sobre todo, rotulando las instrucciones de Phil Jackson. Logró acumular minutos impropios en alguien de sus características y se retiró plácidamente tras lidiar en los despachos de la Liga en beneficio de sus compañeros como representante sindical.
Y la oportunidad de ser "head coach" se le echó a los brazos sin mayor merecimiento que el de ser señalado por el "Maestro Zen". Ante las primeras derrotas Jackson llamó a la paciencia, y en este momento en el que las victorias apenas suman una decena su respiración diafragmática se empieza a entrecortar. Fisher sale en defensa de los suyos, pero lo cierto es que el equipo es un erial.
Calderón se sumaba a la causa "knick" acabando un periplo por Dallas en el que sufrió una severa reconversión en su juego, de director de ceremonia a clarinetista escondido en la derecha. De líder en cancha a jugador de complemento. De controlador de balón a receptor en la esquina. De la pausa con el balón en las manos a la prisa por lanzarlo a canasta.
Carlisle, actual "head coach" de los Mavericks, no es muy amigo del base "sobón", y la prueba es que se ha ido cargando a los "playmakers" de tales características. El último en caer ha sido Rondo.
Y Calderón pensaba seguramente que en New York las cosas iban a cambiar. Lo han hecho sí, pero entrando en una dinámica perdedora que ha sumido al equipo en una indiferencia y una indolencia casi propia del manifiesto "tanking" de los Sixers. Hasta Carmelo Anthony se ha borrado de la temporada para curarse del todo de sus heridas de guerra ante tal despropósito.
Los promedios de Calde vistos sobre el papel no son malos del todo, con 9 puntos y casi 5 asistencias en 30 minutos de juego, aunque están muy lejos de los cerca de 9 pases de canasta de tiempos pretéritos. Se ha librado del traspaso por los pelos, ya que su nombre sonaba con insistencia ante una maniobra de los despachos de los Knicks por liberarse de espacio salarial con el que negociar en verano. Lo que pase entonces será interesante, y está por ver si vemos a Calderón enfundado en un nuevo uniforme en su penúltima aventura en la NBA.


martes, 24 de febrero de 2015

Un milagro llamado Shaun Livingston


La noche del 26 de febrero de 2007 todo pudo cambiar en la vida de Shaun Livingston. Asentado en la rotación de los Clippers, el base empezaba a dejar asomar un talento con características que alguien quiso hacer semejantes a las de Magic Johnson. En común con la estrella de los Lakers su altura y visión de juego. El déficit en el juego de Livingston se encontraba en el tiro de media y larga distancia, y por eso la mayor parte de su anotación llegaba en valientes entradas a canasta. Precisamente aquella fatídica noche arremetía con fuerza contra el aro en el partido que enfrentaba a los Clippers contra los Bobcats. Una acción como tantas otras con una finalización muy distinta. Todavía uno siente un escalofrío cuando recuerda cómo se retorcía su rodilla izquierda al impactar con el suelo. Una lesión que pudo acabar con todo. Enseguida se comprobó la gravedad, justo en el momento en el que los servicios médicos de la franquicia angelina procedían a estabilizar la pierna. En el deporte americano son muy amigos de las estadísticas y también de poner fechas y plazos. Se hablaba del final de la temporada aunque de puertas adentro la sensación percibida era otra. Livingston encontraría dificultad no sólo para volver a la élite del deporte sino también para manejarse al cien por cien con su maltrecha pierna izquierda. Dependía del éxito de la operación y de una adecuada recuperación y rehabilitación.
Con la rodilla completamente reconstruida Shaun fue constante, paciente y se entregó por completo a los planes de puesta a punto. Nunca ha querido ver la acción desafortunada que le condujo a caminar con muleta y a dudar de su retorno. Apaga la televisión cuando se van a ofrecer imágenes de nuevas lesiones. Con la cicatriz de doce centímetros que le acompaña tiene suficiente para recordarle lo que sucedió aquel 26 de febrero.
El final feliz lo sigue construyendo día a día, aunque comenzó con la firma de su contrato con los Miami Heat en octubre de 2008. Se sentía importante solamente con un puñado de minutos, y su rol pasó a ser el de temporero en distintos equipos. No ha logrado alcanzar el nivel mostrado en el momento de la lesión, aunque sus buenas prestaciones el curso pasado en Brooklyn le han servido para formar parte esta temporada del equipo aspirante a todo, Golden State Warriors. Las molestias en el tobillo del casi seguro próximo MVP de la competición, Steven Curry, le han proporcionado la condición de titular en su sustitución. Ahora no necesita mirar hacia atrás.

lunes, 23 de febrero de 2015

Claver y el fin de su etapa NBA





La balanza de la aventura de Víctor Claver en la NBA no contaba con excesivo peso en la parte de resolución satisfactoria. Personalmente siempre me he incluido en la corriente contraria al salto del español a la gran liga. Así como Rudy Fernández alcanzó cotas altísimas a nivel europeo en su última temporada en Badalona, el caso de Claver guarda ciertas similitudes con el de otros tantos llegados del Viejo Continente que aceleran las etapas, no cumplen con el nivel exigido y terminan dándose un golpe doloroso. Sin consistente lanzamiento exterior para jugar de alero y sin cuerpo para jugar en el poste, su acomodo se antojaba complicado.No era ningún misterio. Tampoco encaja el valenciano en el papel de especialista, que tanto beneficio en lo económico reporta a ciertos jugadores por allá. Quizá su despliegue físico sumaría puntos a favor, aunque insuficientes. El sueño de una proyección que finalmente no se produjo llevó a la franquicia de Oregón a firmarle. Ya sea por la nula presencia en pista para desarrollar su potencial o por una real incapacidad de alcanzar las altas expectativas, el caso es que su salida de Portland es un hecho.
Su ausencia de minutos había provocado una solicitud de traspaso sin reproches a los despachos de los Blazers. Ni fue polémico ni tampoco provocó demasiado aplauso en su tiempo en pista. El cronista de referencia en lo deportivo en aquellas verde y lluviosa tierra, John Canzano, le despedía junto al resto de jugadores incluidos en la "operación Afflalo" agradeciendo los servicios prestados sin más alardes. De no haber sido traspasado seguramente podría haber permanecido dentro del róster de Portland gozando de escasas opciones.
En Denver lo tenían claro desde que su nombre se incluyó en la negociación, y no se mandaría imprimir el nombre de Claver ni se le concedería número. Ahora le toca decidir si persigue la luz llamativa o da media vuelta para proseguir su carrera en alguno de los muchos equipos europeos que le recibirían con los brazos abiertos y un fajo de billetes preparado.
Las últimas referencias a la hora de escribir estas líneas apuntan a un nuevo intento de amarrarse al tronco a la deriva. Toda la suerte del mundo para el bueno de Víctor, aunque una vez fuera de la estabilidad del contrato garantizado, entrar en la dinámica de la Liga de Desarollo NBA D-League y posibles contratos de diez días apagando fuegos en sustitución de lesionados no creo que sea la apropiada para echar raíces.
No hace mucho un jugador como Jan Vesely aterrizó en Turquía cansado de ver cómo el crédito obtenido con su sexto puesto en el Draft de 2011 se convertía en impagable. La elección de Claver en la posición 22 dos años antes fue relativamente alta para un europeo con poco pasado. Desde entonces su progresión no ha ido por el camino que tantos esperaban.
La permanente búsqueda del Nowitzki de la próxima década no termina de dar resultados a las franquicias que acercan la lupa a tierras europeas.

jueves, 5 de febrero de 2015

La necesidad de Ricky Rubio



Un inconveniente chasquido en la rodilla cortó las alas y la complicada progresión de Ricky Rubio en la NBA. Pocos jugadores habían sido tan esperados en Minnesota como el jugador de El Masnou. Enseguida se ganó a los aficionados con su juego de fantasía, pases imposibles o un desparpajo impropio de un "rookie" dirigiendo a sus compañeros.
La prensa empezó a aceptar al nuevo base blanco talentoso, pero ciertos ojos críticos pronto vieron algo que fallaba. Su lanzamiento inconsistente a canasta le hacía retroceder en sus prestaciones. Entonces Rubio también comenzó a alimentar su propia inseguridad, cimentada en el espacio más allá entre sus entradas a canasta y sus pases. La lupa sobre un imberbe debutante en la Penya era distinta. Se veía su potencial y no su carencia. Siempre habría tiempo, siendo tan joven, de construir un tiro de media/larga distancia decente.
El paso de Ricky por el Barça le dotó de un aire más competitivo, pero le impidió una mayor transparencia en la mejora. En los clubes grandes se mejora cuando los factores internos y externos son propicios, y en su caso no lo fueron. Las dudas tuvieron su punto de partida ahí.
En la llegada a Minnesota fue pisando flores lanzadas a su paso, al estilo de aquella película "El Príncipe de Zamunda", donde Eddie Murphy siendo heredero de la corona en un próspero país africano se enfrentó a su padre por ser libre para conseguir al amor de su vida. Aquí vale una similitud. Rubio ha ido pisando flores hasta que desaparecieron. Quiso su amor NBA y pelea por lograrlo, en una atmósfera más difícil después de una muy seria lesión.
La reaparición fue paulatina, cubierto de mantas de protección, pero aún así de nuevo cayó lesionado. Más meses para meditar. Su imagen ha cambiado. Ya no es aquel talentoso base capaz de sacar de la atonía a una triste franquicia. Ahora es un jugador que debe demostrar que puede rendir al máximo nivel de manera permanente. A su favor cuenta con la nula presión competitiva que baña a los Timberwolves, con los dos últimos números uno del Draft (Bennett y Wiggins) y un puñado de presuntos súperclase del futuro. En este momento es el lugar idóneo en el que responder a todo lo que se ha puesto negro sobre blanco. Capacidad tiene, aptitud también, ahora solamente falta que el físico respete todo lo que su cabeza ansía. Porque una lesión puede acabar con todo, como en el caso de Raúl López.

martes, 27 de enero de 2015

La identidad de Pau y Marc


                                                         
Uno no deja de sorprenderse por la habilidad de este país para aplaudir a manos ardientes en el éxito de ciertas personas y para el escupitajo dialéctico cuando las cosas van mal dadas. Necesitamos un equilibrio entre ambas.Sin entrar en cuestiones políticas que tan al uso podrían venir ahora, mis palabras se refieren a un hecho histórico en el ámbito deportivo, la titularidad de los hermanos Gasol en el All Star Game de la NBA.
He dejado pasar unos días para que los primeros flashes se apaguen, las palabras en noticiarios se centren en el desayuno del Ronaldo o Messi de turno y que todo vuelva a la normalidad, con informaciones repletas de imágenes de futbolistas entrando y saliendo de sus lugares de trabajo en sus coches de alta gama sin bajar ventanillas, de rondos con señores sonrientes. Porque se trata de eso, que después de anunciar a bombo y platillo ese hecho histórico, el baloncesto pasa al plano oscuro en el que se le ha ido instalando ante la tremenda pasividad de unos pocos que mandan. Pero tranquilos, que el día que New York celebre el partido repetiremos estructuras y aplaudiremos con manos ardientes.
Mientras tanto, los Gasol siguen a lo suyo, haciendo sus números y permitiendo el crecimiento de sus equipos. Lejos de las encuestas que han ido saliendo en jornadas presentes preguntando por el mejor de los hermanos, que imagino les provocarán una risotada.
Sus perfiles son bien distintos. Pau accedió a la élite bien bisoño, y despuntó en la NBA obteniendo el galardón de "novato del año". Tras llevar a los Grizzlies al Playoff pasó un tiempo de horas bajas en lo colectivo asumiendo una condena basada en un cambio de su técnica de tiro y ajustes en su juego. Y los Lakers llamaron a su puerta para revertir una tendencia lánguida y añadir su nombre a la gloria del equipo angelino.
En el caso de Marc, tuvo que superar una colosal muralla interna antes de triunfar. Una muralla edificada por su impropia forma física primero, con una moral golpeada por entrenadores que le negaron minutos, y que fue derribando poco a poco hasta hacerse fiel a la dieta sana y a una puesta a punto física constante. Los resultados han ido apareciendo paulatinamente, mejorando sus prestaciones curso a curso, siendo referente dentro y fuera de la cancha de Memphis, el mismo lugar que vendía barbas postizas en honor a su valeroso líder, Pau Gasol. Ahora le rinden honores a su hermano pequeño. Les veremos juntos en la cancha del histórico Madison Square Garden en un salto inicial que hará Historia.

lunes, 12 de enero de 2015

Algo más que un récord para Gasol

                                          FOTO: gettyimages.com

El ocaso de una carrera en la NBA se empieza a vivir entrando en la treintena por norma general. La capacidad atlética se ve mermada drásticamente y lo que responde es el talento y la inteligencia en pista, el conocimiento del juego y el saber leer las mejores opciones propias y ajenas. En el caso de los pívots la edad de supervivencia se exprime gracias al tradicional escaso nivel real en la competición, de modo que el entrenador de turno explotará a su "cinco" fundamentalmente como baluarte. Si aporta algo en anotación pues mucho mejor.
Pau Gasol no encaja en este perfil. Con 34 años y después de quince temporadas en la élite NBA, su momento en los Lakers tocó techo debido a múltiples factores que habían enrarecido de repente su brillante hoja de servicios y su status en la liga. Los que vocean a la mínima ya se habían encargado de dudar de su futuro como arma ofensiva, y le llamaban a ocupar un papel secundario en otro equipo, a ir recogiendo sus velas de éxito para cambiarlas por unas de corto alcance, a cambiar sus condecoraciones por un birrete de colegial. Quedaba claro que su etapa en la franquicia angelina se terminaba y tocaba elegir destino.
Gasol no iba a tener problema alguno en encontrar acomodo en un aspirante al título. Oklahoma City Thunder y San Antonio Spurs movieron fichas, e incluso Durant y Westbrook se hicieron un buen puñado de kilómetros para convencer al de Sant Boi. Sin embargo Pau lo tenía claro. Sería un Bull.
Su inclusión en el róster de Chicago supondría una inyección letal para sus rivales del Este, una catapulta hacia el título. Las dudas sobre el estado físico del base Derrick Rose y su viabilidad para ser el líder en pista de los Bulls se antojaban decisivas, aunque en este punto Gasol fue fiel a su planteamiento y creyó en el proyecto mostrado por los inquilinos del United Center.
La superación de su récord de anotación en la NBA con 46 tantos en su choque ante los Bucks de Milwaukee supone algo más que una cifra estadística. Las nubes y los últimos oscuros días en Los Angeles dan paso a un cielo despejado en una temporada que significará el regreso de Gasol al All-Star, en compañía de su hermano Marc. El ocaso está lejos.